I
José Carlos García Fajardo
Cuida de la propia salud, mima a la red de amigos, sé optimista, sé solidario, respeta a la gente del entorno.
Le preguntaban al Dr. Oscar Freire, médico profesor de la universidad mexicana de Monterrey, cómo se sentía personalmente al alcanzar los 70 años y cuales eran su experiencia y reflexiones sobre el envejecimiento.
Resaltaba la importancia de mantener una adecuada calidad de vida de acuerdo con su situación personal, familiar y laboral, cuidando la alimentación, mantener hábitos de actividad física y manejando el estrés. Se trata de llegar a ese final sin depender de otros y procurando no molestar.
Ponía énfasis en ser siempre generoso en cuidarse y prepararse para no molestar a los demás. Citaba a Pitágoras, “Envejece bien, quien ha vivido bien”. Y uno vive bien si piensa en los demás.
Es importante saber y manejar la realidad de un envejecimiento activo ante la pérdida progresiva de capacidades, adaptándonos a paulatinas pérdidas. Lo indeseable es el envejecimiento patológico, es decir, un envejecimiento prematuro que te conduce a la dependencia. Y esto casi en un 15% de los mayores de 65 años consume muchos recursos públicos, que tenemos la obligación de saber administrarlos.
Ese envejecimiento prematuro lo puede ocasionar una enfermedad acelerada... o que esa persona no se haya cuidado bien. ¡Y esto depende de cada uno, es perfectamente evitable!
Aunque la situación económica familiar afecta sin duda alguna, pero no siempre en sentido negativo porque las estadísticas muestran cómo envejecen mejor las personas sencillas, que viven en el campo, en contacto con familiares y amigos, en un ámbito sano y sin crearse necesidades. Aunque es cierto que un cierto poder económico y un buen sistema sanitario público palían el envejecimiento prematuro. Sin duda alguna que la mesura, el equilibrio emocional, el ser positivo y superar las adversidades ayudan mucho.
Pero hay muchas otras cosas que podemos hacer: caminar, hacer ejercicio, tener una alimentación variada sin excesos, en horas regulares y poca cantidad como recomendaba el doctor Grande Cobián, o sea, “comer de todo, variado, y en plato de postre”, no comer por comer ni empeñarse en terminar lo que parece sobrar en la fuente. No fumar ni abusar del alcohol.
Evitar el sobrepeso. Dormir al menos siete horas. Mantener la presión arterial entre 8 y 12 (80/120) y el colesterol malo bajo...
Por supuesto que existen factores fisiológicos y psicológicos: hay circunstancias que pueden envejecernos mucho, como la muerte de un ser querido, el desempleo, las necesidades económicas, la pensión que no alcanza o la situación de personas queridas en paro o en circunstancias familiares adversas.
Por eso es muy importante mantener siempre una actitud activa y positiva. Sonreír, reír. ¡Un día no reído es un día perdido! Cada vez estoy más convencido. ¿Y si no tengo ganas de reírme? Oiga, cuando usted se siente bien pone en movimiento muchísimos músculos, huesecillos y diminutos nervios que pueden activarse. Inténtelo, verá cómo se encuentra mejor. Estírese, camine, bostece y luego ponga cara de sonreír, no de reír a carcajadas, sino relajarse y valorar todo lo positivo que le ofrece la vida.
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