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Según Siglo 21, China y Rusia defienden a Nicolás Maduro en la ONU sólo porque tienen algunos dineritos que cobrar. China debe cobrar 80.000 millones de dólares y Rusia 45.000 millones.

Los dos países no moverían un dedo por Venezuela y su régimen corrupto e inepto si no fuera que quieren cobrar, o por lo menos quieren que las acreencias sean reconocidas y los pagos comprometidos.

Aquí no hay ni amor ni solidaridad ni nada por el estilo; lo que hay es un preciso interés en cobrar deudas.

Porque, hablando sinceramente, ¿qué principios democráticos de Venezuela se puede defender al proteger a Maduro? Eso, si asumiéramos que China y Rusia conocieran lo que son esos principios.

China debe recibir 700.000 barriles por día de petróleo de Venezuela hasta que la deuda sea saldada. Ninguna solidaridad socialista puede estar en juego en esta actitud: China es comunista de dientes para afuera y Venezuela tiene un socialismo chévere, que oculta un sistema de corrupción en que son socios los militares.

Y Rusia se mantiene del lado de Venezuela porque espera cobrar el dinerito que entregó, pero además porque agradece la solidaridad venezolana en el pleito por bloquear la llegada del gas de Qatar al Mediterráneo. Cualquier competidor que ofrezca gas a Europa haría que Rusia pierda el monopolio y el precio se caiga. Venezuela es un país muy amigo para los rusos de Putin.

Eso, hay que aclarar, cuando se habla de economía formal, legal. Meter las cuentas de la economía ilegal sería introducir en estas columnas un elemento endiablado.

Porque debe ser muy complicado hablar de los dineritos que tienen que ver con la droga. Sería una torpeza porque, además, forman parte de otra estructura de negocios.

Se dice que esas cuentas están en otras manos. Unas manos capaces de hacer que los dineritos del narcotráfico entren en el sistema sanguíneo de la economía estatal.

Un embrollo del que sólo los muy expertos conocen los detalles. En Cuba, dicen los expertos, tienen el “know how” de estos arcanos.

Allí van los enviados de países que quisieran conocer las artes que terminan haciendo que el dinero de las actividades ilegales sea insuflado, mediante una transfusión, en las arterias estatales.

Son temas en los que se interesan solamente los países que tienen economías bipolares, aquellos donde la economía legal financia unas cosas y la ilegal otras, pero manejadas por las mismas manos. Son prodigios de los que no se puede hablar, y menos en una columna.

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