> El 1 de enero de 1892 se produjo el último gran levantamiento guaraní contra la dominación “karai” > Se calcula que unos 2.700 chiriguanos resultaron muertos y otros 1.200 tomados prisioneros
Al inicio de esta semana, el lunes 28, se conmemoró 127 años de la masacre de Kuruyuki, último gran levantamiento guaraní contra la dominación “karai”. El 1 de enero de 1892, el corregidor de Ivo violó y mató a una mujer guaraní, pariente de un mburuvicha (cacique), hecho que desató el levantamiento indígena contra los hacendados. Los guaraníes, que habían sido sometidos por los misioneros franciscanos, los terratenientes y el ejército, venían preparando un movimiento para exigir la devolución de sus tierras.
Las fuerzas de Chuquisaca y Santa Cruz a las 06.00 de la mañana del 28 de enero de 1892 llegaron a la serranía de Aguaragüe, en Kuruyuki, en una prolongación del valle de Ivo, en el departamento de Chuquisaca, iniciando una sangrienta batalla.
Según relata la historia, hombres, mujeres y niños chiriguanos, con sus rostros pintados de rojo y negro, se atrincheraron cavando fosas reforzadas con estacas. Lucharon con un valor sorprendente, pero la desventaja en armas era demasiado grande; el ejército karai fue ganando terreno y tras ocho horas de combate fueron derrotados.
El coronel Frías, en una carta dirigida al Prefecto del Departamento de Chuquisaca, calculaba que los muertos chiriguanos alcanzaban la cifra de novecientos a mil, entre hombres, mujeres y niños. Apiaguaiki y otros jefes indígenas lograron escapar.
Los líderes guaranís que lograron escapar fueron inmediatamente perseguidos. Durante la misma, tanto las tropas militares como los propios terratenientes iban asesinando a los chiriguanos y confiscando sus bienes, querían “limpiar la zona de todo vestigio de rebeldía indígena”.
Las tierras fueron adjudicadas al Colegio Franciscano Misionero de Potosí, para que fundara una reducción misionera. Se calcula que unos 2.700 chiriguanos resultaron muertos y otros 1.200 tomados prisioneros y distribuidos como esclavos entre los vencedores y hacendados de la región; los jefes que se rindieron fueron ejecutados en la plaza de Santa Rosa, en presencia de toda la población. De los que pudieron escapar, muchos se refugiaron en el norte argentino.
Guatinguay, cacique de Caruruti, traicionaría a Apiaguaiki Tumpa a cambio de salvar su vida. Lo había acompañado durante toda la guerra y gozaba de su confianza, lo que le permitió llevarlo a una emboscada, donde lo esperaba un grupo armado del hacendado José Martínez.
Es trasladado al pueblo de Sauces, hoy Monteagudo del departamento Chuquisaca, durante su prisión nunca demostró debilidad ni temor, ni despegó los labios a pesar de ser torturado salvajemente. Luego de 15 días, es sometido al Consejo de Guerra que decide realizar su ejecución el 29 de marzo de 1892.
Se convocó al pueblo a la plaza principal, primero fueron ejecutados dos de sus capitanes: Güaracota y Ayemoti. El Tumpa fue torturado, suplicio que no se conoce con claridad – se dice fue empalado y a las cuatro de la tarde fue fusilado atado a un poste.
El delegado gubernamental coronel Melchor Chavarría en su informe escribía: “Apiaguaiki murió con la altivez de un gran caudillo. En cumplimiento de lo dispuesto en la orden general, el cadáver permaneció expuesto en el patíbulo hasta el día siguiente”.
Éste fue el último levantamiento contra la dominación “karai” de los guaraníes, luego sobrevendría no sólo el despojo de las pocas tierras con las que contaban, sino la consolidación del régimen de esclavitud a la que fueron sometidos por los hacendados ganaderos de Santa Cruz y Chuquisaca. Este heroico esfuerzo guaraní se condensó en la palabra iyambae, es decir “sin dueño”, en alusión a su rebelión contra la esclavitud. (Red Aclo)
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