Un año de instrucción
El martes se constituyó en un día histórico para las Fuerzas Armadas, puesto que por primera vez se licenció una generación de damas soldados, que cumplieron con su servicio militar durante un año en diferentes cuarteles del país.
El acto se realizó en al Colegio Militar en La Paz. En total recibieron su libreta militar 2.320 conscriptos, de los cuales 130 son mujeres.
Las damas soldados coincidieron que recibir su libreta militar, luego de un año de esfuerzo y estar alejadas de sus familias, es un gran honor y orgullo.
“Me siento muy feliz conmigo misma”, afirmó Marcela, quien hizo su servicio militar en Sucre. “Ahora sólo decirles a mi mamá y papá: misión cumplida”, acotó.
La noticia de que se había abierto el reclutamiento para mujeres cayó de sorpresa a la jóvenes. Varias de ellas lo vieron como una oportunidad de emprender una carrera, para después inscribirse a un instituto de las Fuerzas Armadas o Policía.
Sin embargo, otras dijeron que se inscribieron sólo para saber cómo es la vida militar. Ese fue el caso de Rosalinda, que recibió instrucción en Oruro Su mamá le pidió no inscribirse, pero, la joven dijo que decidida consiguió los documentos y se presentó a un cuartel.
No obstante, la mayoría indicó que entró al cuartel para demostrar que las mujeres también pueden y tienen capacidades, al igual que los varones.
Tal como pasa con los varones, algunas de las damas soldados tropezaron con el problema de que se acaban los cupos en determinados cuarteles. Rosela Apaza, por ejemplo, ya no pudo encontrar espacio en los cuarteles de La Paz y se fue al trópico de Cochabamba para reclutarse. Manifestó que desde niña su sueño era tener la experiencia militar.
Las damas soldados también recibieron el apoyo de sus familias. Muchas de ellas manifestaron que su motivación para persistir durante los primeros meses, en que pensaron hasta desertar, fue pensar en sus padres y el orgullo que significaría para ellos terminar el servicio.
“Me puse fuerte por mi madre y mi padre”, aseveró Zenaida Alejo, una joven potosina que cumplió su servicio militar en Santa Cruz, alejada de su familia.
Uno de los padres, presentes en el acto, confesó que tenía sus dudas cuando su hija decidió irse al servicio militar. Recordó que le dijo a su hija que no debía abandonar el cuartel, y que era mejor salir muerta del mismo antes de desertar, pero ahora en su licenciamiento le faltaban palabras para expresar el orgullo que sentía al ver a su primogénita.
Una madre, que sólo se expresaba en aymara, indicó que tenía el sueño que alguien de su familia vaya al cuartel, pero había tenido sólo hijas mujeres. Manifestó su orgullo de que una de sus hijas haya realizado el servicio militar con el apellido Quispe. (Erbol)
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