Buscando la verdad
¡Nos equivocamos, nos llevamos un chasco! Cuando creímos que el 2018 iba a marcar un punto de inflexión para el comercio exterior boliviano, el último Informe del INE fue un balde de agua fría al dar cuenta que el nuevo desbalance registrado fue casi igual al del 2017.
Según el Informe, el déficit del 2018 sumó 936 millones de dólares, muy cercano a los 970 millones del 2017. Así las cosas, entre el 2015 y 2018 Bolivia acumula ya un déficit de 4.132 millones de dólares, cifra que explica por qué las Reservas Internacionales Netas han caído tanto desde el mismo momento en que el comercio exterior empezó a tornarse deficitario, a lo que se debe añadir el déficit en las transacciones de servicios, los pagos y transferencias al exterior.
Cabe recordar que el macrociclo de precios altos para las materias primas terminó en 2014, justo cuando las exportaciones alcanzaron su pico histórico superando en poco los 13.000 millones de dólares. De ahí en adelante bajaron a 8.922 millones de dólares en el 2015, a 7.259 millones en 2016; se recuperaron hasta 8.338 millones en 2017 y subieron hasta 9.060 millones en 2018, aunque en igual lapso las importaciones siempre superaron a las ventas, de ahí el déficit.
¿Qué aconteció en 2018 respecto al 2017? El valor de las exportaciones subió 9 % pese a que su volumen cayó en un 6 %, vale decir que la subida de ciertas cotizaciones explicó la crecida -por ejemplo- el valor de los hidrocarburos subió 15 % cuando su volumen bajó 9%. Igualmente ayudó a la recuperación de las exportaciones el que el valor de los minerales y productos no tradicionales creciera casi proporcionalmente a la suba de sus volúmenes.
Y aunque el valor importado creció menos (7 %) que el de las ventas y su volumen bajó 1 %, la complicación es que cerca del 70 % del valor importado tiene que ver con insumos, bienes de capital y equipos de transporte necesarios para producir bienes y servicios en Bolivia.
La importación de combustibles y lubricantes subió 23 % en volumen y 41 % en valor, resultado de la imparable expansión del parque vehicular, la mayor actividad económica y la subida del precio del petróleo; aunque, para destacar, la menor importación registrada de alimentos con -21 % en volumen y -0,5% en valor.
Con importaciones imprescindibles para el país ¿qué hacer para que el déficit no se torne estructural? Ya lo dijo el IBCE: adoptar políticas de promoción selectiva de exportaciones y de sustitución competitiva de importaciones, si no queremos “sudar la gota fría”…
El autor es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
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