Temores bancarios

Se sienten ruidos preocupantes en la cúpula de quienes manejan el sistema financiero del país, ruidos que son resultado de la “desaceleración económica” admitida por el Gobierno y la caída del mercado inmobiliario, que dio lugar a que surgiera la muy temida palabra “burbuja”.

PETRÓLEO ORO ZINC La economía internacional podría crecer menos de lo esperado este año y esto significa que el consumo de petróleo no crecería al ritmo esperado y el precio caería. La Comisión Europea rebajó ayer sus previsiones de crecimiento en la zona euro durante 2019 en casi un tercio, de 1,9 por ciento hasta el 1.3 por ciento, debido a las incertidumbres globales y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, además del Brexit. El primero de marzo se termina la tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China. El cese al fuego fue acordado entre el presidente Donald Trump y Xi Jingping durante el último encuentro del G20. Trump dijo esta semana que “un acuerdo podría aún estar lejos” y sembró la duda sobre un final a la guerra comercial que podría afectar la economía mundial. El oro está al alza ya que algunos inversionistas buscan un refugio seguro. El precio del zinc a ser entregado en tres meses está en su nivel más alto en 7 años. Los expertos aseguran que el precio del zinc caería este año debido a las nuevas operaciones mineras que empiezan a producir. Esto llevó a los productores a frenar sus envíos y el merado está ahora con las reservas más bajas desde 2007. El mercado sabe que hay más mineral almacenado por las empresas pero no lo venden en espera de un mejor precio.

Un cruce muy claro se dio en los últimos días entre la Asociación de Bancos (Asoban) y la Autoridad del Sistema Financiero (ASFI), que todavía no ha provocado ninguna señal de nerviosismo entre los ahorristas, felizmente.

Un informe de Asoban advirtió que a diciembre pasado, la cartera de créditos del sistema había crecido en 12 por ciento pero que los depósitos lo habían hecho solamente en 8 por ciento.

Dicho en “real money” resultó que la diferencia entre créditos y depósitos fue de 1.000 millones de dólares, brecha que debió ser cubierta con la liquidez de los bancos y no con los depósitos del público.

Por lo tanto, el documento dice que es preciso volver a la normalidad –que los créditos sean respaldados por los depósitos– y que para ello será preciso que el gobierno flexibilice la normativa vigente para los sectores “regulados”, que son los créditos obligatorios para la vivienda social y la producción. “Es necesario flexibilizar la normativa vigente para que el sector financiero continúe aportando al crecimiento del país”.

Traducción: los bancos no quieren que se les siga imponiendo estas líneas de crédito con tasas fijadas desde el Gobierno, porque han surgido las señales de que hay un problema.

La respuesta de ASFI la entienden solo los destinatarios, que son los bancos:

“Considerando el comportamiento de los préstamos otorgados por las entidades de intermediación financiera, durante 2019 la cartera crecería en alrededor del 10 por ciento; para hacer frente a este requerimiento, las entidades cuentan de inicio con cerca a Bs 9.000 millones (resultante de la diferencia entre cartera y depósitos a diciembre de 2018), sin considerar el crecimiento de los depósitos, el cual se prevé será de aproximadamente Bs 10.000 millones (manteniendo el crecimiento que tuvieron el 2018).”

ASFI no tiene las cifras de Asoban sobre el crecimiento del crédito y de los depósitos durante el año pasado y solo asume que habrían crecido en 10 % (Asoban dice 12 por ciento) y sobre el crecimiento de los depósitos tampoco tiene la cifra.

Y les dice a los bancos que para cubrir cualquier diferencia acudan a la diferencia entre depósitos y cartera que se habría dado a fines de 2018.

Algo huele mal en todo esto.

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