En territorio boliviano, la principal celebración del 2 de febrero en honor a la Virgen de la Candelaria, se escenifica en el magnífico santuario de Copacabana, cuando luego de la solemne procesión las unidades militares y de policía, con todos los honores le hacen pasear en una embarcación engalanada de flores por las serenas aguas del lago rodeado de cumbres nevadas...
En el departamento de La Paz, es también reverenciada en Yungas por oficiar de patrona de Coroico; en Oruro cuenta con uno de los monumentos marianos más altos del mundo; en Cochabamba se la festeja en el santuario de Aiquile y a orillas de la Angostura; en Chuquisaca en Villa Azurduy, y en la Villa Imperial en Llocalla, Betanzos, Chayanta y Macha, con pervivencias de cultos prehispanos a la Pachamama en la danza del tinku.
Sin embargo, los registros más antiguos de la festividad se hallan en la comunidad del mismo nombre cercana a la capital de Tarija, que desde lejanos tiempos de la colonia en la fecha recibe la visita de multitudes de peregrinos del norte argentino, que en la actualidad arriban tripulando sus propios vehículos para participar en oficios religiosos, disfrutar de las comidas, bebidas y tradiciones del lugar, y en horas de la noche retornar a sus lugares de origen en la vecina república.
El primero en avecindarse en la zona fue el vascongado Pedro Ortiz de Zarate, designado Teniente Gobernador de la ciudad de Nieva, destruida poco después de su fundación por las tribus aborígenes, en 1563, lo cual le permitió entrar en posesión de la gran encomienda de Humahuaca, con amplia jurisdicción sobre Jujuy, parte de Salta y Catamarca, para recibir el encargo del Virrey Toledo de establecer una nueva ciudad en la zona, la misma que en recordación de su tierra natal llamó Alava, para ser conocida más adelante por Jujuy.
El heredero de su cuantiosa fortuna fue su hermano Juan Ortiz de Zárate, que al convertirse en el mayor propietario de las minas del cerro rico de Potosí, la corona lo nombra Adelantado de las provincias del Río de La Plata, con el encargo de abrir a orillas del Atlántico un puerto para el traslado del codiciado mineral hasta Sevilla.
Pese a que en una de sus visitas a sus dilatadas posesiones, en Paraguay la malaria segaría la vida del Adelantado, por haber dejado instrucciones precisas a su sobrino y Albacea Juan de Garay, éste lo establecería más tarde sobre las ruinas de la ciudad derruida por los nativos, que el 2 de febrero de 1536 Pedro de Mendoza fundara con el nombre de Nuestra Sra. del Buen Aire en alusión a la Virgen de la Candelaria.
En 1708, al entrar en posesión de la hacienda Juan José Campero, designado por el rey de España Marqués del Valle de Tojo, los dominios se extendieron hasta la altiplanicie de Copacabana a orillas de la laguna de Taxara, en cuyo templo instaló la imagen encargada a Tito Yupanqui en base al lienzo de la Candelaria del templo de Santo Domingo en Potosí, enviando las dos primeras a los templos de Humahuaca y el lago Titikaca que subsisten hasta hoy, mientras la original de Tarija se perdió en un incendio.
Hasta finales de la colonia la sede del Marquesado se hallaba en Tojo, pero al ser intervenida por el ejército español se trasladó a Yavi, con dominio sobre Casabindo, Cochinoca, Purmamarca y otros puntos del Norte argentino, donde en la actualidad alcanzan gran difusión las peregrinaciones de la Virgen de Copacabana de Punta Corral, en la quebrada de Humahuaca declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Por esta circunstancia, pasada la celebración del 2 de febrero en la Angostura, la Octava de la fiesta se realizará en el Valle de la Concepción el Primer Festival de la Candelaria, con la participación de diversos conjuntos de música y baile de ambos países, en el que se podrá degustar variedad de platos, bebidas y tradiciones propias de la región.
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