José E. Pradel B.
Cuando el 29 de agosto de 1845 Hugh Algernon Weddell ingresó por primera vez a Bolivia, tras recorrer las selvas de Ypécacuanha, del Brasil, comenzaba así su gran expedición por nuestro país. Con este recorrido y con la publicación de sus investigaciones, este erudito se convirtió en unos de los exploradores más destacados y uno de los científicos más importantes de su época.
Sobre este personaje el historiador José Roberto Arce, escribió: “viajero y botánico, naturalizado francés, nació en Painswick (Inglaterra) el 22 de junio de 1819 y murió en Poitiers (Francia), el 22 de julio de 1877. Tenía vínculos de parentesco con el marino Sir James Weddell, epónimo de las islas Weddell. Siendo niño se trasladó con su familia a París, donde realizó sus estudios hasta doctorarse en medicina (1841) y donde inició su labor de herborizador, en colaboración con otros botánicos. Formó parte de la expedición de Francis de la Porte Conde de Castelnau, a Sudamérica (1843- 1847) y lo acompañó en la primera fase que cubrió territorio del Brasil.
Visitó las misiones de Chiquitos, Santa Cruz, Tarija, Chuquisaca y La Paz. De aquí pasó al Perú, donde exploró las montañas de Carabaya y el norte del Lago Titicaca. Reingresó a Bolivia y se internó en la zona de Sorata y Tipuani para estudiar la chinchona y luego retornó al Perú y después a Francia (1848). Ya en París se reincorporó al Museo de Ciencias Naturales, donde trabajaba y emprendió la relación de su viaje y la clasificación de los más de 4.700 ejemplares botánicos que había recolectado. En 1851 realizó un segundo viaje por Bolivia. En total había tramontado 11 veces los Andes. En sus últimos años de vida se estableció en Poitiers, donde murió. Entre sus obras destaca:…Expédition dans les parties centrals de l’Amérique du Sud (1850-1859) de Francis de la Porte Conde de Castelnau y numerosos artículos”.
Pero en esta oportunidad extractaremos la información que se refiere a los tres primeros capítulos de la última obra citada y lo presentamos transcrito traducido del idioma original, el francés, al idioma español.
De esta manera, es necesario recordar que Weddell se separó de Castelnau el 24 de mayo de 1845, en la población brasileña de Matto Grosso. Su posterior internación en Bolivia se debió para investigar el árbol que producía la quinina. A un comienzo del recorrido por nuestro país, viajó por las misiones de Chiquitos y el 13 de octubre, transitó el río Grande y luego viajó a Santa Cruz. Estuvo un mes descansando en esta ciudad, a causa de que se enfermó en el recorrido que hizo por las misiones de Chiquitos. Se alojó en la casa del Coronel Thompson y don Urbano, la primera persona que le brindó hospedaje. Sin embargo, el 22 de septiembre, salió de la citada ciudad hasta la población de Gutiérrez, capital de la provincia Cordillera, recorrió seis leguas y transitó por las tierras de Guapuruces, luego en el camino se hospedó en la hacienda de don Hernando Aráuz.
Posteriormente, se dirigió al denominado pueblo de Piray que se encontraba al norte de la provincia Cordillera. El 27 de noviembre salió de la citada población y cruzó el río del mismo nombre, anduvo por el pueblo de la Florida y luego llegó a la población de Cabezas y transitó por Abapó.
En su obra describe que el día 29 decidió ir a cazar, pero por el excesivo calor del ambiente decidió bañarse en el río Grande, al día siguiente cruzó la citada corriente en balsas pequeñas improvisadas, llamadas por los lugareños ‘pelotas’ y de esto escribió: “tres viajes bastaron para transportar a la otra orilla del río todos mis haberes. Los indígenas empujaban a pie o a mano la pelota delante de ellos. Los mulos que habían sido pasados primero, fueron inmediatamente recargados y nos pusimos en ruta sin haber tenido gran retraso”.
Luego pasó por la cuesta Limoncito y encontró su objetivo, pero encontró un árbol de quinina malogrado. Posteriormente, cruzó un bosque de palmeras, después de pasar una noche en Caraguatarenda, el día 2 de diciembre llegó a la población de Gutiérrez. En esta ciudad fue recibido por el Gobernador, Coronel Montero, quien lo guió a otro árbol de quinina. Para el día 5 fue a explorar una laguna que desapareció a consecuencia de un terremoto registrado en 1849. Luego salió de la población el 12 de diciembre, con dirección a la localidad de los Sauces. Atravesó para ello las poblaciones de: Peña, Agua de Terrazas, Aqueó y Caraparerenda, pobladas por familias Chiriguanas.
Sobre estas poblaciones escribió: “las casas de estos indígenas son muy bien hechas, y todas consisten en una gran habitación cuadrada de paredes bajas, construidas en bambú y barro, y el techo es de paja. Sus muebles son algunas hamacas de algodón teñido a mano, un mortero para moler maíz, algunos pequeños escabeles, y tinajas para cocer los alimentos y la fabricación y conservación de una querida chicha”.
Por otro lado, sobre el camino recorrido detalló: “las montañas que atravesamos de Caraparirenda a Sauces están todas formadas de arcillas de diversos grados de consistencia; algunas tenían un calor verde muy pronunciado, como si tuviesen contenido de cobre”.
Es de esta manera, que a través de esta nota, describimos un fragmento de la destacada labor de Hugh Algernon Weddell, y los primeros capítulos de su brillante obra, que describe nuestro país a mediados del Siglo XIX.
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