En la misma forma que el ministro de Economía, Luis Arce, hace doctos esfuerzos, como crear nuevos impuestos, para obtener dinero a fin de mejorar los ingresos de las tambaleantes arcas del Estado y tener a su disposición fondos para mantener los cuantiosos gastos del gobierno, los sabios estrategas del oficialismo crean hábiles fórmulas, consistentes en ofrecer el cielo y las estrellas a la población, para que así Evo Morales y Álvaro García Linera puedan hacerse reelegir por cuarta vez, a fin de año, para seguir manejando voluntariosamente las riendas del Estado.
Por esa conducta pragmática, que considera que la verdad consiste en obtener utilidades y no actuar por principios, los ingeniosos tácticos habrían descubierto la fórmula para que el proceso electoral de fin de año les permita obtener los votos necesarios para el triunfo de la fórmula Evo-Álvaro, pese a que la Constitución lo prohíbe y no menos el rechazo del referéndum del 21 de febrero de 2016, así como la presión general de la opinión pública nacional e internacional.
Efectivamente, el brillante invento para ganar votos, a como dé lugar, para la re reelección de Evo y Álvaro, ha consistido en el anuncio de la creación del Seguro Universal de Salud (SUS), acerca de la cual sus gestores arguyen que se trata de un maravilloso instrumento para curar a los enfermos y que existen las condiciones para su realización, mientras los opositores aseguran que, al contrario, se trata de una ilusión óptica, un espejismo de un maravilloso castillo en medio del desierto y que, por tanto, no existe la menor condición para que se haga realidad, pues no existen hospitales, médicos, enfermeras, material médico, dinero, etc. y, finalmente, es una oferta demagógica.
Tan halagador proyecto, sin embargo, no tiene certeza para ser considerado como serio, carece de sinceridad y está destinado a ganar votos con avemarías ajenas y simplemente no existen las condiciones materiales para realizarlo.
En efecto, puesto en duda por unos y otros, el SUS es solo un vistoso proyecto, un sueño, cuyo valor solo podrá ser demostrado en la práctica, única forma para ver si una idea tiene o no validez, o sea que habrá que esperar que corra mucha agua bajo los puentes para saber si dio resultados y si fue bueno o malo.
¿Quién tiene razón en este conflicto social que agita a la opinión pública y que al parecer no tiene salida? Nada se puede adelantar. Habrá que esperar que la idea pase por la fragua de la práctica, aunque los médicos aseguran que fracasará porque no tiene inclinaciones pragmáticas y de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
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