El fracaso del comunismo

Hace unos años, se realizó el VI Congreso del Partido Comunista Cubano, todavía bajo la autoridad de Raúl Castro, en el que se tomó importantes decisiones que buscan remozar el modelo del comunismo cubano, que desde 1959 está gobernando la isla caribeña, y en la que se han formado varias generaciones que no conocen otro régimen que la dictadura del partido comunista de la isla.

En ese evento partidario se determinó lo siguiente, bajo el título de la Revolución en la Revolución: actualización del modelo cubano, analizar los errores cometidos durante 50 años, ¿cómo? Reconocerlos, el rejuvenecimiento, la opinión autocrítica y que ningún dirigente debe estar en el mando más de 10 años.

Recientemente se está en un proceso de aprobar una nueva constitución política, en la que se ha eliminado el término de comunista y se reconoce la propiedad privada, aunque con ciertas limitaciones, se abre la economía a la inversión extranjera y otras medidas económicas, aunque se preserva el régimen de gobierno del autoritarismo unipartidista. Ya hace algún tiempo el régimen cubano determinó la autorización para que los individuos puedan dedicarse a 500 actividades por cuenta propia, pero en emprendimientos que los consideraríamos de pequeña y familiar industria, en el agro el cooperativismo ha tomado algún desarrollo importante.

El pasado Siglo XX fue, en buena medida, el siglo de confrontación entre las dos posiciones ideológicas que fueron vencedoras en la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo democrático, encabezado por los Estados Unidos y el socialismo comunista, por la ex Unión Soviética. Esta confrontación dividió al mundo y en algunas zonas se pasó de la guerra fría a la caliente. El riesgo de una guerra atómica no estuvo ausente y puso en vilo a la humanidad.

En el año 1989 se derrumbó el sistema socialista comunista, como un castillo de naipes, quedando como regímenes de esta corriente, precisamente la Cuba de los Castro y Corea del Norte, del bipolarismo se pasó a un solo centro de poder, aunque han aparecido corrientes contestatarias, como el islamismo fundamentalista y algunos restos con la vestidura de “populismo de izquierda”.

Si bien es cierto que en las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta, el ser admirador del socialismo de corte soviético era casi una moda, pues no se podía concebir un intelectual o artista que no se declare de izquierda (la excepción honrosa fue el escritor argentino Borges), pasados los años el desencanto y frustración por el socialismo comunista fue creciendo, debido al caudillismo monárquico, el militarismo, la frialdad de esos regímenes y el que todos los ciudadanos eran medianamente pobres y carentes de libertades.

Mucha sangre se derramó en nombre del socialismo que buscaba el paraíso terrestre de los proletarios y en su nombre se inmolaron miles o millones de víctimas, para llegar al ocaso de ese sistema de vida y gobierno.

Los comunistas seguidores del esquema cubano, que con el rótulo de “progresistas” (término que antes significaba una posición ideológica de avanzada moderada) se han instalado en el poder por mucho tiempo en países latinoamericanos, sería recomendable que sigan los lineamientos aprobados en el congreso partidario de Cuba, en especial el dejar el poder y liderazgo, luego de una década.

Hoy en la China, Vietnam y otros países otrora comunistas, es el capitalismo el que promueve su desarrollo, y miles de individuos pugnan por cruzar las fronteras de los Estados Unidos de Norte América, así como otros miles pretendían huir de los países socialistas de Europa. Nos preguntamos: ¿será tan malo el capitalismo, que tantos quieren ir a vivir a su centro?

El autor es abogado y politólogo.