El debilitamiento de la economía mundial tendrá repercusiones graves en países del Tercer Mundo, especialmente de América Latina y de El Caribe. Según estudios del Fondo Monetario Internacional, el crecimiento de la economía mundial será bajo y ello determinará que los países pobres especialmente deban asumir posiciones que les permitan salir de las situaciones críticas, puesto que el crecimiento, si lo hay, no pasará del 3,5 %, tasa que resulta alta; pero los promedios dan esta cifra que podría subir si es que se logra situaciones algo bonancibles que superen los extremos.
Un resumen del estudio del FMI indica: “El organismo internacional recomienda tomar medidas para enfrentar una posible recesión, y que el endurecimiento de las condiciones mundiales de financiamiento afectará a países con grandes déficits de cuenta corriente o que dependen en gran medida de los flujos de capitales, entre ellos Argentina, Bolivia y varios países de El Caribe”.
Según las previsiones, “…Este año se producirá un repunte de crecimiento regional con un ritmo del 1,7% respaldado principalmente por el consumo privado. Se prevé que las inversiones aumentarán, pero la desaceleración del comercio mundial limitará el crecimiento de las exportaciones. Las previsiones indican que, por ejemplo, en Brasil se registrará una expansión del 2,2% en el supuesto de que las reformas fiscales se apliquen rápidamente, y que la recuperación del consumo y la inversión compensará con cierto margen los recortes del gasto público”.
Los problemas para la región -vistos a “grosso modo”- son preocupantes; pero en grado mayor para los países más pobres, como es el caso boliviano, pese a que las autoridades económicas señalan que “no hay motivo para creer que nuestra economía se debilite”; sin embargo la realidad vivida en el día a día muestra que sí hay necesidad de preocuparse por lo que pudiese ocurrir, especialmente si no se adopta medidas que permitan paliar situaciones difíciles, sobre todo si seguimos en la condición de país monoproductor o dependiente de pocas materias primas que exportamos.
De todos modos, habrá que adoptar políticas restrictivas del gasto público, así como conductas que inciten al ahorro y al menor gasto; que se adquiera, especialmente a nivel de las autoridades, políticas de austeridad, evitando gastos dispendiosos y nada necesarios, porque lo hecho en los años de auge financiero ha sido lo más contraproducente, cuando los excesivos ingresos debieron ser destinados al crecimiento efectivo de las reservas internacionales, que hoy se encuentran en merma casi permanente. Es, pues, el gobierno que, conjuntamente el empresariado privado, tiene que adoptar medidas que permitan superar el proceso de desaceleración que no podemos eludir, pero que, con disciplina, mesura y prudencia, es posible paliar aun con muchos sacrificios.
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