Karl Lagerfeld murió en París a los 85 años
Vicente Benavent
El mundo de la moda se vistió de luto el martes pasado, para despedir a Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel durante los últimos 35 años, cargo que también ocupaba en Fendi. La ingrata noticia fue emitida por distintos medios franceses como Closer y Paris Match. El diseñador había sido ingresado de urgencia hace una semana en el Hospital Americano de París, donde falleció.
LOS 10 GRANDES MOMENTOS DE KARL LAGERFELD, EL MAESTRO QUE SIEMPRE DIJO LO QUE PENSABA
A menudo hay quien presume de que vale más por lo que calla que por lo que habla. Definitivamente Karl Lagerfeld no fue uno de ellos. Porque cada vez que habló, sus palabras causaron el mayor de los revuelos. Será cosa de que al káiser, el estar por encima del bien y del mal, le daba vía libre para opinar sin tapujos de lo que fuera, de la alimentación a la belleza con parada y fonda en la política. Genial en sus diseños y preclaro para las tendencias, Monsieur Lagerfeld no conocía la corrección política y se le podrían achacar infinitas críticas, pero jamás, eso de ser mojigato a la hora de pronunciarse. Él se posicionó sobre lo que fuera, sin medias tintas, le pese a quien le pese. Y si no, aquí va el repaso a esos grandes momentos de su repertorio:
1. Empezamos con la mayor de sus aversiones, su lucha encarnizada contra la fealdad, sea cual sea la manifestación que tome ésta. Por eso en abril de 2003 declaraba a The New York Times que lo que más odio le producía del mundo, pero hasta el nivel de repugnarle, era la “gente fea”. Y en concreto, los hombres bajitos.
2. Tampoco cuesta demasiado imaginar que lo que declaraba a The New York Times en septiembre de 2007 iba sobrado de verdad: “De pequeño odiaba la compañía de otros críos. Quería ser un adulto”.
3. Pero si hay algo que a Karl Lagerlfeld no se le podrá achacar es no ser consecuente; sobre todo consigo mismo. De hecho, empezando por él. En abril de 2009 lo dejó bien claro en una entrevista a la extinta Interview: “Odio el pasado. Sobre todo mi propio pasado”.
Y eso nos lleva por fuerza al tema más peliagudo de todos, su inquina por las modelos talluditas. Sobre la silueta tenía un control férreo; pero sobre la suya la primera de todas. Recordemos que Karl Lagerfeld se sometió a una dieta salvaje –creada ex profeso para el diseñador– para entrar en los trajes de corte slim de su venerado Hedi Slimane.
4. “Odio la palabra workaholic”, decía en abril de 2014 a la revista Time Out London. Y es que para Karl Lagerfeld no había nada más burgués ni más mediocre que pensar en el “trabajo”. Cuando uno hace lo que quiere, eso no es trabajo. Al menos así lo veía él, que diseñaba su propia firma Karl Lagerfeld, todas las colecciones de Chanel –dos de temporada, dos de Alta Costura, una crucero y una para el métiers d’art– y lo que coleara, como disparar las campañas. Además estaba la colaboración en Fendi y su propia editorial de libros 7L; más todo a lo que prestaba su propia imagen. ¡Ahí es nada!
5. Como por ejemplo la edición de Coca-cola light que protagonizó el káiser. Un brebaje del que decía beber al día el contenido equivalente a su peso. Por eso en su colaboración, Karl Lagerfeld aparecía con su nueva silueta, las sempiternas gafas de sol negras y la tercera pata de su sello: la coleta tupida y excesivamente blanca.
6. En marzo de 2012, en una entrevista concedida a Harper’s Bazaar, Karl Lagerfeld aclaró el porqué de su particular peinado: “odio que me caigan mechones de cabello por la cara mientras diseño; por eso siempre llevo el pelo recogido en una coleta”. Un pelo que también mantenía a raya, con un tono de blanco nuclear que conseguía a base de empolvarse el cabello con un champú en seco. Son ya más de cuatro décadas las que llevaba anudándose el cabello. Harto como estaba de su pelo rizado, en 1976 resolvió zanjar las ondas con la tensión de la coleta.
7. Eso sí, aunque fuera tapado de arriba abajo, a Karl Lagerfeld jamás se le vio un tattoo, porque (¡Oh, sorpresa!): los odiaba. De hecho, remataba su alegato diciendo que los ve algo tan terrible como vivir constantemente dentro de un vestido estampado de Pucci.
8. Tampoco era muy amigo que digamos de Pippa Middleton de quien dijo odiar su cara; sus facciones. Es más, de hecho sólo debería mostrar su espalda. Palabra de Karl (¡!)
9. Además de Chanel y Fendi, Karl Lagerfeld pasó por múltiples casas de moda: empezó en Balmain, donde fue contratado en 1955 tras ganar el premio Woolmark en la categoría de confección de abrigos. De ahí pasó a Jean Patou, de ahí a Tiziani, de ahí a Chloé, de ahí a Curiel, de ahí a diseñar zapatos en Charles Jourdan, y de ahí a diseñar jerséis en Ballantyne. Porque si hay algo que tampoco se le puede negar a Karl Lagerfeld es que fue un trabajador incansable (aunque odie lo de workaholic).
10. Karl Lagerfeld declaró en múltiples ocasiones su inclinación por el uso de la piel y las pieles; no entendía su crítica cuando también existe el consumo de carne. Eso sí, la defensa de su uso encontró hace poco un paréntesis cuando Chanel anunció que dejaría de usar en sus colecciones pieles de animales exóticos.
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