Para salir de la monotonía diaria de las disputas nacionales sobre Bolivia dijo NO y los otros que dicen que SÍ, decidí volver a revisar un texto no muy voluminoso, de apenas 190 páginas: “Una breve Historia del Tiempo”, de uno de los más famosos científicos: Stephen W. Hawking, que nos lleva a recorrer los vericuetos de los avances sobre Astronomía y Cosmogonía.
En este recorrido alucinante sobre el conocimiento del Cosmos, nuestro autor empieza recordando a los primeros científicos que propusieron las primeras interpretaciones sobre cómo se había generado el sistema solar, cuando se consideraba que la tierra era plana y el centro de nuestro sistema astronómico, empezando por el filósofo griego Aristóteles, en el año 340 A.C., que en su libro “Sobre los Cielos” propuso que la tierra tenía una posición estacionaria y el sol, la luna y los planetas se movían en orbitas circulares alrededor de la tierra.
Pero varios siglos más tarde, en 1514 el sacerdote polaco Nicolás Copérnico propuso que el sol era estacionario y estaba en el centro del universo, y la tierra y los planetas se movían en círculos orbitales alrededor del sol.
En 1687 Sir Isaac Newton publicó su Filosofía Natural y Principios Matemáticos, y haciendo uso de la interpretación matemática postuló la ley de la gravitación universal y la teoría de como los cuerpos se mueven en el espacio y el tiempo.
Posteriormente, en 1823 el filósofo alemán Heinrich Olbers cuestionó la idea de un Universo estático infinito, ya que la línea de vista acabaría en la superficie de una estrella.
Pero el gran cambio se da en el Siglo XX, cuando se lanza el descubrimiento de que el Universo no es estático y se expande.
Pero para ubicarnos en el título de esta importante obra ¿Qué es un agujero negro? El término sería de un origen muy reciente. Fue acuñado en 1969 por el científico norteamericano John Wheeler, como una descripción gráfica de una idea que tiene cuando menos doscientos años, en un tiempo cuando había dos teorías acerca de la luz, una, la cual Newton favoreció, era de que ésta estaba compuesta de partículas y la otra de que la luz estaba hecha de ondas. Hawking nos dice: ahora sabemos que ambas teorías eran correctas. Por la dualidad de la partícula/onda de la mecánica cuántica la luz puede ser considerada tanto como una onda y una partícula.
La explicación de un agujero negro sería una estrella suficientemente masiva y compacta, con un fuerte campo gravitacional que la luz no podría alejarse de ella y se convierten en vacíos negros en el espacio.
Otro interrogante que nos resuelve esta obra es sobre el origen y destino del Universo. Él se pregunta: En efecto, ¿el Universo tiene un principio y un final? Y si es así, ¿a qué se parecen? Prosigue: en 1981 asistió a una reunión sobre Cosmología auspiciada por el Vaticano. Al término de la misma el Papa los invitó a reunirse con él y éste les dijo que estaba bien estudiar la evolución del Universo después del bing bang, pero que él no inquiriría sobre el big bang porque ese era el momento de la Creación y por tanto el trabajo de Dios.
Para los científicos el big bang mismo, el universo se piensa que tenía un tamaño cero y por tanto era infinitamente caliente. Pero en la medida en que el Universo se expande, la temperatura de la radiación disminuyó. Alrededor de 10 mil millones de grados. En este instante el Universo habría contenido mayormente fotones, electrones y neutrinos y sus antipartículas, junto con algunos protones y neutrones.
Alrededor de cien segundos después del big bang, la temperatura habría caído a un mil millones de grados, la temperatura en el interior de las estrellas más calientes.
Rescataré una idea final sobre esta impresionante interpretación y sus dimensiones, más allá de lo que podamos imaginar nosotros simples mortales: “La idea de que el espacio y el tiempo pueden formar una superficie cerrada sin fronteras tiene profundas implicaciones para el rol Dios en los asuntos del Universo”. Se pregunta: si el Universo tiene un principio, podemos suponer que tuvo un creador. Pero si el Universo es completamente auto contenido, no teniendo ni límite ni borde, no tendría ni principio ni fin y simplemente sería. ¿Qué lugar habría para un creador?
Una obra extraordinaria que por las magnitudes que maneja nos hace reflexionar sobre lo insignificante y al mismo tiempo gigantesco que es el ser humano, en este inconmensurable Universo.
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