El Tratado de Paz y Amistad de 20 de octubre de 1904 más parece un tratado de límites, porque de Paz y Amistad solamente hay una mención en el artículo 1º. En efecto, los negociadores del tratado se dejaron llevar por el interés de Chile de unir los territorios de los que se había apropiado con su aventura bélica, y el Pacto de Tregua interrumpía su continuidad. Entonces, en última instancia, el único beneficiario con la paz fue el que emergió envanecido: el Estado chileno que miraba de arriba, como un perdonavidas a sus rivales, ¡a quienes se dio todavía la licencia de menospreciarlos!
- Chile con la paz obtuvo territorios inmensos que doblaron su extensión superficial, con absoluta falta de equivalencia de prestaciones, sin ninguna paridad con los daños sufridos por Chile con la guerra; por imposición de la fuerza y violencia, tanto al Perú como a Bolivia.
- Se apoderó de recursos naturales abundantes, como guano, salitre, plata, cobre y otros, con los que se situó entre los países más ricos de América, durante los 25 años de la Tregua con Bolivia, desde la invasión a Antofagasta.
- Se apropió de todos los bienes fiscales y municipales, muebles, inmuebles e instalaciones, sin pagar un centavo. ¿Por qué no se tomó en cuenta todo este patrimonio que debía figurar en la liquidación del Pacto de Tregua? ¿Constituye un trofeo del supuesto “vencedor” de Bolivia no haberse tomado en cuenta el valor de todo ese patrimonio en el Tratado de “Paz y Amistad” de 20 de octubre de 1904?
- Chile no rindió cuentas de su administración del territorio ocupado, no se practicó liquidación de la riqueza obtenida durante esta administración ni del saldo que quedaba para el propietario. Todo se engulló, más que si fuera dueño de toda la riqueza esquilmada, sin dar cuenta de nada. Esto también es un fraude.
- Con el “ventajoso” tratado Bolivia fue obligada a reconocer el fraude de los créditos privados sobre la base de liquidaciones arbitrarias, en distinta moneda a la que debía liquidarse, aceptando 6.500.000 pesos oro de 18 peniques, sin trámites legales de reconocimiento de los créditos por el gobierno de Bolivia de acuerdo con el Pacto de Tregua, cuantiosa suma aceptada a fardo cerrado, sin ninguna comprobación.
- ¿Cómo pudo Chile imponer, en compensación de la entrega del Departamento Litoral, la construcción del Ferrocarril Arica-El Alto, que fue una inversión para este país, cuya explotación durante quince años le reportó cuantiosas utilidades y recuperación de la inversión? Aparte de que le sirvió de instrumento de dominio y penetración comercial a Bolivia, en la minería principalmente. Un ferrocarril que a la fecha no existe. ¡Esto es fraudulento!
- El fraude de la delimitación fronteriza que nadie ha reparado es un escándalo sin igual, porque Chile ha traspasado los límites fijados en el Tratado de Ancón y el Pacto de Tregua, sin que existiera cesión o transferencia de esos excedentes y lo estipulado en el Tratado de Ancón con el Perú, que son extensiones muy grandes de territorio boliviano a lo largo de la frontera.
- Los chilenos gritan como si sus oyentes fueran unos cernícalos: Les hemos dado “¡el más amplio y libre tránsito por nuestros puertos”! Y muchos ignaros le han creído que es una compensación del generoso vencedor, cuando bien sabemos que aun en el derecho privado el fundo enclavado tiene derecho a ingreso y salida. El libre tránsito es un derecho de todos los Estados mediterráneos. ¿Es que Chile, autor de nuestro encierro, todavía nos iba a prohibir el tránsito por el suelo y puertos que nos arrebató gratuitamente?
- Otra falacia que Chile proclama es que conquistó el Litoral boliviano ¡con la vida y la sangre de sus soldados!
A Chile apropiarse todo el Departamento Litoral de Bolivia nada le costó. En nuestro territorio se produjeron el combate de Calama y las batallas de Canchas Blancas y Tambillos, donde periclitaron en total unos 300 “rotos”, no se produjeron más enfrentamientos, porque nuestro ejército se destruyó defendiendo territorio peruano en Pisagua, San Francisco, Tarapacá y Campo de la Alianza. Esa guerra mejor dirigida, sin las traiciones que se dieron entre los aliados, debió derrotar a Chile.
Entonces, no nos vengan los “rotos” con que conquistaron el Litoral con la vida y la sangre de sus héroes, porque ningún acto heroico protagonizaron en nuestro suelo, que no sea la agresión, el abuso y el robo. No debe haber una apropiación más gratuita que los chilenos inmodestamente llaman “epopeya”.
Como vimos en varias notas ¡Todo fue un fraude, desde el inicio de la invasión!
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