I
Antonio Pulido
Aunque una revisión profunda de la globalización económica ya está en marcha, 2019 puede ser un año clave para una nueva forma de entender y manejar esa interconectada economía global. Mientras, el comercio mundial de mercancías pierde, día a día, significación como indicador de una globalización en que las grandes empresas multinacionales movían sus fábricas por países que les ofrecían mano de obra más barata, menores costes de localización o tratamientos fiscales más beneficiosos.
Entre las múltiples razones del cambio profundo en las relaciones económicas, tecnológicas, políticas y sociales de la localización, voy a referirme a seis que me parecen claves:
De movimiento de mercancías a intercambio de inteligencia digital
Nueva perspectiva de las cadenas de valor globales (CVG)
Impacto de los intangibles
Reparto más equitativo de beneficios y costes
El auge de lo local
Cambios en los centros de gravedad geográficos a escala mundial
De hecho, la reunión anual en Davos 2019 (22-25 enero) del World Economic Forum (WEF) tuvo, como tema central de su agenda, delimitar una nueva Globalización 4.0, marcando el acento en las implicaciones de las potentes tecnologías digitales (digital tech) que rompen el arbitraje internacional de salarios, limitan la necesidad del movimiento físico de trabajadores y provocan una revuelta globótica, con una traslación hacia los servicios y una reivindicación simultánea de una gobernanza más sostenible e inclusiva de la economía mundial.
Hay que reconocer que el primer rasgo distintivo de la nueva globalización son las tecnologías digitales que permiten proporcionar importantes servicios desde cualquier punto geográfico del globo, sin necesidad de movilizar personas y, por tanto, rebaja la importancia estratégica de dónde se localizan los centros mundiales de producción física de mercancías.
Sin embargo, a la digitalización se añade (segundo rasgo) un proceso de revisión, ya en marcha, de las cadenas de valor global (CVG). Progresivamente se va pasando de centrar la atención en el comercio de mercancías al de servicios, que vienen a suponer una cuarta parte del comercio mundial, apoyados en la potencia de la digitalización. Pero, adicionalmente, las CVG priorizan el valor añadido realmente incorporado a las exportaciones de una empresa, sector, región o país, frente al dato bruto de comercio, deduciendo importaciones de productos intermedios (participación backward) y el V.A. de las reexportaciones a terceros (participación forward). La corrección puede ser importante y supone una reducción de entre un 30 y un 70% del valor bruto de las exportaciones por países, según estimaciones de la OCDE.
La tercera característica de la nueva globalización es la importancia creciente de los intangibles. Cada vez son más frecuentes los servicios internacionales de software, diseño, conocimiento de mercados, propiedad intelectual, gestión de costes o fortalecimiento de la imagen de marca.
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