Economía de palabras
El venezolano Gerdailor Alvarado ha venido a aclarar las cosas sobre las dificultades para que su país se deshaga del dictador Nicolás Maduro.
Lo que ha dicho este señor de nombre tan extraño es que sacar a Maduro del poder no es algo tan sencillo como fue derrocar a Marcos Pérez Jiménez, lo que los venezolanos hicieron en 1958.
Esto es más complicado, dijo Gerdailor, porque para expulsar a Maduro hace falta, para comenzar, expulsar a tres ejércitos de ocupación asentados en Venezuela.
Y los enumera: los 22.000 cubanos instalados en Venezuela, los 20.000 “combatientes” de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) instalados en los Valles venezolanos y los miles de terroristas del Hezbolá.
Complicada la tarea, porque a esos ejércitos se suma a los aborígenes, a los uniformados venezolanos que están en las fuerzas armadas, en la policía, en la guardia nacional bolivariana y en los batallones de milicianos.
Y tienen, cada uno de ellos, motivaciones especiales para no aceptar la derrota, que los desalojaría de Venezuela. Esto proporciona lo que en otras actividades se llama espíritu de cuerpo, apego a la supervivencia, determinación de vender caro el pellejo.
Un cubano asentado en Venezuela sabe que si Maduro es derrocado deberá volver a la isla y sumarse a los cubanos que hacen cualquier cosa para la dictadura castrista a cambio de 25 dólares al mes.
Los militantes de las FARC saben que si vuelven a Colombia deberán vérselas con el ejército colombiano, con las tierras de cocales dedicadas a otros cultivos.
Y los terroristas de Hezbolá deberán volver a sus países, donde ni siquiera pueden ver a sus mujeres porque están cubiertas de velos, lo que hace insoportable la vida.
Los bolivianos vemos esto con cierta ligereza, pero no estamos lejos de esa situación. Habrá que saber cuántos cubanos están instalados en el país, una fuerza de ocupación por el momento disimulada, cuántos venezolanos están en lo mismo y cuántos musulmanes, sin contar con los chinos que están por todas partes.
Habrá que meditar si estas fuerzas de ocupación, que entraron de manera disimulada, solapada, son menos peligrosas que las fuerzas de ocupación que entraron en el país por la fuerza.
Y deberemos meditar si algún dictador del pasado estuvo apoyado por fuerzas de ocupación extranjeras.
Porque, al fin y al cabo, ganar una elección es una cosa, pero sacar a las fuerzas de ocupación es otra muy diferente.
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