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[Álvaro Riveros]

Clepsidra

De Bahía de Cochinos a una piara de cerdos


Tras la trágica jornada ocurrida en las fronteras de Venezuela con las repúblicas de Colombia y Brasil, este sábado 23, cuando en una inaudita actitud, los militares y milicianos venezolanos adictos al tirano Nicolás Maduro se dieron a la inhumana tarea de asesinar a indígenas Pemones y varios otros fueron virtualmente asfixiados con gases lacrimógenos, luego incendiaron tres camiones portadores de alimentos y medicinas, destinados a ese sufrido pueblo, lo que no dejó la menor duda del sadismo y de los extremos sanguinarios a los que están decididos a llegar estas bestias, con el solo fin de perpetuarse en el poder.

El joropo que bailó después de los lúgubres acontecimientos, junto a su enigmática compinche, da la medida cabal de la catadura moral de ambos trapisondistas que, al igual que la pareja real que gobierna Nicaragua, son capaces de danzar sobre las centenas de cadáveres que van dejando en su diabólico paso por el poder, solo con el mezquino afán de eternizarse a la cabeza de su satrapía.

Un amplio sector de la opinión internacional, que esperó asistir en medio de la acción humanitaria el inicio del fin de la dictadura madurista, y se sintió defraudada ante el aparente fracaso de esta cruzada, no pudo abstraerse de rememorar el espectro de la invasión a Cuba, en abril de 1961, tristemente conocida como “Invasión de Bahía de Cochinos”, cuando un grupo de estudiantes cubanos anticastristas, exiliados en los EEUU, junto a exoficiales jóvenes del Ejército de Cuba, que habían servido a la dictadura de Batista, luchando contra la guerrilla de Fidel Castro, formaron la “Brigada 2506” y, con el deficiente apoyo de los EEUU, atacaron la Isla por aire, mar y tierra, donde fueron diezmados o capturados y luego intercambiados por maquinaria agrícola.

Desde su inicio, dicho plan estuvo condenado al más rotundo fracaso por el tiempo en el que se produjo, dos años después de la victoria de Fidel Castro, cuando este joven abogado disfrutaba todavía del apoyo y la popularidad planetaria. Pese al estilo más depurado de Cursio Malaparte, el golpe fue diseñado con una técnica cuidadosa, cuando se trataba de establecer un “gobierno provisional”, radicalmente opuesto a Fidel y, sentando soberanía en algún punto de la Isla, preferiblemente alejado de la Habana. Una vez establecido este Estado Mayor, se lanzaría una guerra de guerrillas contra el gobierno castrista, contando con armas y vituallas que provendrían desde los EEUU.

En el reciente plan que nos ocupa, nos resistimos a pensar que hayan existido fallas de organización y menos improvisaciones irresponsables. En la quema de alimentos y medicinas, la popularidad de Juan Guaidó creció proporcionalmente al desprecio que la opinión universal sintió por Maduro. Más de sesenta países avalan la presidencia interina de Guaidó, junto al Grupo de Lima, La Comunidad Europea, Estados Unidos y Canadá; solo el tiempo y la impaciencia juegan eventualmente en su contra, sin embargo, por Maduro y sus secuaces, existe una enorme distancia con Bahía de Cochinos y mucha cercanía con una piara de cerdos.

 
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