Cuando un pueblo pierde su libertad, automáticamente se cercenan sus derechos y la justicia pasa a planos de dependencia absoluta de los autores del grave delito de haber suprimido las libertades que regían antes de la imposición, por la fuerza de las armas, del régimen chavista, creación del militar Hugo Chavez Frías, régimen que ya cumple 20 años de vigencia en el país que bien podía llamarse “campeón de las libertades”, por el hecho de ser patria de dos libertadores, Simón Bolivar y Antonio José de Sucre que, además, tuvieron seguidores en todos los países del continente que han honrado a sus tierras y han proclamado y practicado el bien de la libertad y la vigencia de los derechos de pueblos amantes de vivir en armonía y concordia.
Veinte años de una dictadura que ha cercenado todo bien de un pueblo digno y trabajador, de gentes que a través de los años han buscado la grandeza de su país y que, por voluntad de la satrapía ejercida por Hugo Chavez y Nicolás Maduro, soporta humillaciones, hambre y necesidades de todo tipo; un pueblo rico en valores humanos y poseedor de grandes riquezas hidrocarburíferas que bien podrían colocar a Venezuela en un primer lugar del mundo rico y desarrollado.
El sucesor de Hugo Chávez Frías, Nicolás Maduro, de ser simplemente dictador se ha convertido en tirano porque ha conculcado todos los derechos del pueblo; ha violado la Constitución y las leyes y ha convertido a Venezuela en sitio de tortura y cementerio de esperanzas y derechos de su pueblo, a más de suprimir el respeto a los derechos humanos y disponer que las Fuerzas Armadas del país sean su simple dependencia sayónica y contribuyan a dominar todo vestigio de reacción y búsqueda de libertad de millones de personas que sufren persecución, conculcación de sus derechos, apresamientos y juzgamientos por delitos no cometidos; un pueblo que ha sido sometido a las peores condiciones de dependencia de la voluntad omnímoda del tirano que busca eternizarse en el poder tan sólo para ocultar los delitos que ha cometido. El régimen no vacila en sumir al pueblo en grandes necesidades no solamente de implementos para la vida diaria sino de alimentos, medicinas y atención a la salud; son muchos los ciudadanos que han muerto por falta de atención oportuna en hospitales y clínicas que ha intervenido el régimen; son centenares los niños que por carencia de medicamentos y atención hospitalaria padecen los rigores de la desnutrición, del hambre y, sobre todo, de espectar diariamente que sus padres sufran los embates de la tiranía apoyada por fuerzas armadas que, bajo el título de “ejército bolivariano” al mando de generales y militares de alta graduación que apoyan al régimen.
Todos los países democráticos del orbe han condenado al dictador venezolano y han ofrecido solidaridad y apoyo al pueblo que sufre y ansia recobrar sus derechos. Muchos países, conjuntamente organizaciones internacionales, han decidido organizar brigadas de ayuda humanitaria con la provisión de alimentos, medicinas, vituallas e insumos para hospitales; pero la inquina de Maduro ha dispuesto que las fuerzas militares bloqueen todo intento para que las donaciones no sean efectivas alegando que “tras ellas se esconde el imperialismo que busca invadir Venezuela”.
Al margen de las ideas y sentimientos de sus pueblos, los gobiernos de Rusia, China, Irán, Turquía, Cuba, Nicaragua y Bolivia apoyan al régimen de Nicolás Maduro que en los últimos días ha llegado al extremo inhumano y criminal de incendiar dos camiones conteniendo alimentos y medicamentos; igualmente, ha impedido que barcos portadores de ayuda ingresen a las costas venezolanas con la amenaza de que, si lo hacen, la armada les disparará sus cañones.
Colombia es el principal recipendiario de algo más de tres millones de personas que han emigrado en busca no solamente de libertad sino de alimentos y atención a su salud; pero, igualmente la acción policial se ha encargado de reprimir todo intento para alcanzar la libertad; varios países del continente también han recibido contingentes de personas y casi todas las fronteras de Venezuela se encuentran colmadas de gente que busca emigrar.
Parte de la ayuda de la comunidad europea ha sido utilizada por el ejército venezolano para beneficiar a las huestes militares y a quienes el régimen considera “patriotas que defienden las libertades y derechos del país”. Esta solidaridad fue destinada, pues, a quienes no la necesitan porque, con tal de mantener incólume a la tiranía, nada les falta. El pueblo, ansioso de conseguir la restitución de las libertades y derechos, no tiene la culpa de nada y sólo busca volver a ser lo que fue siempre, ajeno a posiciones de derechas o izquierdas extremas; ajeno a todo lo que significa violación de las libertades y ajeno a dictaduras.
El Parlamento designó al Sr. Juan Guaidó, Presidente interino que trata de aliviar la situación del pueblo y ha dispuesto que se consiga más ayuda solidaria y ha conseguido que el pueblo responda a sus demandas para condenar al régimen; pero, todo se estrella en contra y el “ejército bolivariano” continúa sus acciones criminales de ahogar con gases lacrimógenos y disparar armas de fuego contra la población dejando como saldo muchísimos heridos y causando hasta la muerte; entretanto, la comunidad internacional encabezada por los Estados Unidos, Brasil y Colombia sigue firme en su propósito de pedir que la dictadura cese en sus acciones genocidas, convoque a elecciones conjuntamente el presidente interino y restablezca las libertades evitando más acciones punitivas.
Venezuela sufre, pues, el mayor “vía crucis” que pueblo alguno ha padecido en las últimas décadas y sigue empeñado en conseguir la restitución de sus derechos y el retorno de la justicia que está conculcada y dominada por el régimen y los militares. El mundo sufre al lado del pueblo venezolano y espera que pronto retorne a la libertad y disfrute de los derechos que han sido patrimonio suyo.
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