Israel Camacho Monje
Y suman los horrendos feminicidios en nuestro país. Pese a que la máxima pena carcelaria para los autores es de 30 años de prisión, sin derecho a indulto, se los sigue cometiendo.
Feminicidios que desde hace mucho tiempo se vienen dando dentro de algunos hogares con problemas económicos, porque los esposos estaban incumpliendo sus responsabilidades económicas de mantener a sus familias, es decir sus esposas e hijos menores de edad. Y ante las reiteradas reclamaciones de sus esposas, no solo recibieron por respuesta insultos verbales, sino también agresiones físicas, hasta terminar algunas postradas en cama por varios días sin poder hacer alguna actividad física.
Graves problemas que en varios casos eran conocidos por los progenitores de las víctimas, que al final de cuentas son los que corren con los gastos de las continuas curaciones médicas, y hasta el sostenimiento económico de los hogares de los esposos golpeadores. Progenitores de las víctimas que determinan que la única solución para resolver esos problemas es el divorcio.
Ahora bien, iniciados los trámites de divorcio, generalmente surge el rechazo del irresponsable esposo, manifestando que no aceptará la separación, y para el colmo ni siquiera se esfuerza para recomponer la situación de su hogar. Mientras siga el largo trámite del divorcio, la hija en vías de separación ha sido acogida con sus hijos e hijas menores de edad en casa de sus padres.
En tal situación, los progenitores de la víctima le han prohibido al esposo golpeador que se acerque por su casa, amenazándolo con hacerlo tomar preso en caso de seguir insistiendo con el pretexto de querer ver solo a sus hijos. Pero el irresponsable esposo presintiendo que va a salir perdiendo, propone una pacífica reconciliación y una oportunidad para rehacer su matrimonio y hogar, y además reconocer que se ha portado muy mal, y que por el futuro de sus hijos, él estaría dispuesto a cualquier sacrificio. Al ser rechazado de plano, tal respuesta es considerada como una humillación a su condición de hombre, y viendo que el caso de su divorcio ya está oleado y sacramentado, le responde que no solo no le va a dar el divorcio sino que también le amenaza con que no va a permitir que sus pequeños hijos tengan un padrastro y que “la va a matar”.
Amenaza de muerte que lamentablemente la víctima no comunicó a sus progenitores y tampoco sentó denuncia ante las instancias correspondientes. Y a pocos días, el esposo golpeador, aprovechando el descuido de su esposa, cumplió con su amenaza y la acuchilló.
Y el ciudadano común boliviano, por todo lo anterior -que se ha hecho común en nuestro país- se permite recomendar a todas las mujeres que han enfrentado y/o siguen enfrentando insultos psicológicos y agresiones físicas, que además han sido amenazadas o hasta sentenciadas a morir, que presenten de inmediato sus denuncias ante las instancias correspondientes. O hagan conocer esa situación por lo menos a sus progenitores o amigas o amistades, y si es posible dejando notas escritas, para que llegado el caso, por lo menos exista una prueba incriminatoria. ¿Verdad que sí?
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