Brasil
São Roque.- Suena la desgarrada voz de una fadista y una melancólica guitarra portuguesa, mientras el brasileño Olivardo Saqui comienza su singular ritual: Entierra 600 botellas de vino todos los terceros sábados de cada mes como homenaje a una tradición lusa que data de inicios del siglo XIX.
Después de quedarse desempleado y con depresión, el vinicultor halló en los caldos el amor por las tierras portuguesas y recuperó el ritual del entierro, cuyas raíces proceden de inicios del siglo XIX.
Cuando Napoleón y las tropas francesas invadieron Portugal, en 1807, los propietarios de las bodegas en las regiones de Tras os Montes y Beira Alta ocultaron la mayoría de los objetos de valor para evitar el robo y el saqueo. Las botellas de vino figuraban como uno de esos bienes más apreciados.
Cuenta la leyenda que los vinos eran enterrados en cuevas por debajo de las vides.
Esta fue la historia que inspiró a Saqui, de 49 años, quien se decidió a invertir en la cultura del vino en la región de São Roque, a 64 kilómetros de la capital paulista, un lugar con arraigo vinícola.
"Yo no quería hacer nada para competir con las grandes vinícolas. Buscaba apenas una producción pequeña, donde yo mismo pudiera cuidar de mis uvas, transformarlas en vino (...) Es el vino de los muertos que alegra a los vivos", aseguró Saqui a agencia EFE.
Creada hace 12 años, la "Quinta del Olivardo" recibe todos los fines de semana 5.000 visitantes, que pasean por las vides y por la bodega. (EFE)
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