En tiempos recientes la opinión pública observa, no sin asombro, un campeonato de declaraciones entre altos funcionarios del gobierno, entidades estatales e instituciones privadas, acerca de la disminución de la pobreza media y la pobreza extrema en el país. El vicepresidente Álvaro García Linera dictó al respecto una conferencia en la Universidad de Oxford, Inglaterra, recalcando ese asunto. Por otro lado, la CEPAL, el Banco Mundial y el INE también hicieron conocer sus datos estadísticos.
García Linera expresó que “la línea roja… ha tenido una caída al 34%”. (Informe, 22 de enero); el Banco Mundial, considerando el periodo 2007-2014, informa que Bolivia es el “campeón mundial” por incrementar los ingresos del 40% más pobre de su población; la CEPAL muestra que en 2017 el índice fue de 35,2%, mientras el INE maneja un índice de 36,4%; y Naciones Unidas por su parte dice que la pobreza disminuyó 3,3 puntos y la pobreza extrema 1,2 puntos porcentuales. El INE dice finalmente que la pobreza se redujo 23,3 puntos desde 2007 a 2017 y en el caso de la pobreza extrema la reducción fue de 20,6 puntos.
Como se ve, las diferencias numéricas varían en pocos puntos y todos están de acuerdo con que los fenómenos de la pobreza y la pobreza extrema han tenido reducción, hecho que es visto, naturalmente, como positivo para la centenaria pobreza económica de la población boliviana por los bajísimos precios de las materias primas.
Todo parece muy bello para la opinión pública nacional e internacional. Pero lo que el ciudadano común se pregunta es cuál es la causa de ese fenómeno que provoca admiración, considerando en especial que en economía no hay milagros, como afirman los expertos en la materia.
¿Cuál es, en realidad, la causa de la reducción de la pobreza en Bolivia? Es, principalmente, que el gobierno actual dispuso dinero a manos llenas para “distribuir la riqueza” que el país obtuvo por las exportaciones de materias primas (gas, estaño, zinc) con altísimos precios, jamás conocidos en la historia de Bolivia. Tal hecho es reconocido por el mundo entero, en sentido de que Bolivia es ya un país de ingresos medios, mientras hasta fines del siglo pasado era un país con ínfimos ingresos, porque el comercio mundial pagaba precios insignificantes por las materias primas nacionales.
Esa es la causa del “milagro” de que el Estado tuvo enormes ingresos de dólares (divisas), que en una u otra forma se distribuyó entre la población, la cual recién tuvo en sus manos dinero en efectivo.
La causal, por tanto, de la disminución de la pobreza está en los ingresos que recibió el Estado por el alza del precio del petróleo, de 20 a 150 dólares el barril y por ello las reservas (RIN) subieron en el año 2014 a 15.123 millones de dólares. El precio del estaño subió de 2 a 15 dólares la libra fina. No es, pues, por algún milagro individual o partidario que el Estado manejó tanto dinero para ponerlo en circulación entre el público, y si no hubiese sido por el despilfarro y la corrupción, la pobreza en el país hubiese disminuido mucho más.
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