Bolivia en emergencia
> El país ha sido declarado en emergencia nacional y los departamentos de Chuquisaca, Potosí y La Paz son los más golpeados > Expertos no desestiman que intensas lluvias se deban a la presencia del fenómeno El Niño. Sin embargo, también consideran otros factores como el cambio climático y la deforestación
Bolivia está en emergencia debido a la incesante lluvia que ha generado inundaciones y deslizamientos. Hasta la fecha, según el Viceministerio de Defensa Civil, fueron reportados 31 fallecidos, 27 desaparecidos, más de 23.000 familias afectadas y 9.298 damnificadas, además de 182 viviendas destruidas.
Según una publicación de Mongabay.com, el país ha sido declarado en situación de emergencia nacional desde el 27 de febrero con el fin de movilizar recursos económicos y técnicos extraordinarios ante los desastres que incluyen cortes de carreteras y destrucción de cultivos. Hasta el momento hay 68 municipios considerados en emergencia, 48 de ellos en situación de desastre.
Las imágenes de las inundaciones, familias desplazándose en botes para evacuar sus viviendas cubiertas por agua y derrumbes en las carreteras, se observan en todo el país.
¿UN FENÓMENO EL NIÑO ATÍPICO?
El director general de Emergencias y Auxilio del Viceministerio de Defensa Civil, contralmirante Javier Ayllón Vargas, sostuvo que se trata de un fenómeno El Niño atípico y que las fuertes lluvias se han registrado en lugares que no esperaban, además de que se han presentado sequías y granizadas.
“Trabajamos con anticipación en la prevención en Beni y Santa Cruz, departamentos que siempre están expuestos a inundaciones. Pero este año, las lluvias se focalizaron en otras zonas como el trópico cochabambino, el norte paceño y el sector yunga del departamento de Tarija”, manifestó.
El investigador de la Universidad Mayor de San Andrés y consultor en cambio climático, Óscar Paz, recuerda que El Niño 2018-2019 fue considerado como moderado, según las estimaciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOOA por sus siglas en inglés). “Se puede evidenciar que, pese a que los datos indican que la temperatura del Pacífico no es tan elevada, los efectos están siendo bastante fuertes”.
Paz explica que lo que sucede en Bolivia se quiere atribuir a un Niño atípico. Sin embargo —precisa— se deben considerar otros factores. El primero es el cambio climático que está exacerbando los eventos extremos. Una segunda variable son los procesos de deforestación que inciden en estos impactos. Finalmente, la falta de una cultura de resiliencia que permita implementar medidas de respuesta rápidas y, en algunos casos, inversiones en infraestructura que pueda resistir los embates de los eventos climáticos extremos.
CUESTIÓN DE PREVENCIÓN
Los departamentos más afectados son Potosí, La Paz y Chuquisaca, y la población que más sufre los efectos está en las zonas rurales, dijo el contralmirante Ayllón. “Las zonas urbanas cuentan con un sistema de alerta que permite prevenir”.
Por otro lado, el investigador Paz coincide con lo dicho por el funcionario del Gobierno boliviano. El experto en cambio climático explicó que las zonas rurales son las más afectadas, principalmente por las pérdidas de cultivos y porque hay comunidades asentadas en zonas de alto riesgo ante inundaciones y deslizamientos. “El nivel de gravedad es alto; sin embargo, podría elevarse si continúan lluvias intensas, aunque históricamente en el mes de marzo se reducen las mismas”.
Los campos de cultivo arrasados por las granizadas y desbordes de ríos superan las 19 000 hectáreas, según cifras oficiales.
Para el experto es imposible prevenir completamente los daños que ocasionan las lluvias y las inundaciones, pero cree que se pueden mitigar los impactos en las zonas de alta vulnerabilidad, donde se han identificado claramente las amenazas. “Si los sistemas de alerta temprana funcionasen de forma más coordinada, ciertos efectos de eventos extremos podrían ser prevenidos o mitigados, especialmente en aquellos lugares donde se produjeron derrumbes, afectaron el transporte y causaron muertes”.
El responsable de Gestión de Riesgo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Óscar Mendoza, señala que “el gobierno ha establecido un sistema de alerta temprana hidrológica que ha permitido la evacuación del ganado de manera oportuna”.
Mendoza precisó que los daños en las zonas rurales son menores a lo sucedido en el 2014, cuando se perdieron por lo menos 230 000 cabezas de ganado. Ahora, indica, prácticamente no se ha registrado pérdida de animales.
MONITOREO DE LLUVIAS Y SEQUÍAS
Mendoza aclaró que en los últimos años se han implementado modelos de alerta temprana meteorológicos y satelitales que permiten tener un mejor panorama de los eventos extraordinarios. Los sistemas funcionan en las cuencas de los ríos Mamoré, Beni, San Juan del Oro y Desaguadero, entre otros. Además, menciona que en las cuencas de la Amazonía funcionan sistemas de monitoreo escalonado, una combinación entre lo científico y el conocimiento empírico local.
El experto de la FAO reconoce; sin embargo, que falta hacer un adecuado ordenamiento territorial y poner en práctica el plan de uso de suelos. No obstante, menciona que, por ejemplo, en La Paz, se ha avanzado en la adopción de normas para construcciones que definen dónde se permiten edificaciones, de cuántos pisos y en qué lugares no se debería construir. “Aún son iniciativas locales que se deben extender a otros municipios”.
Por ahora, Mendoza desestimó que se produzcan sequías de gran magnitud y espera que las lluvias beneficien a algunos cultivos como el de la quinua. No obstante, mencionó que, a partir de la gran sequía ocurrida en el 2016, se están implementando sistemas de monitoreo para adelantarse a las temporadas secas. “Desde la FAO, en coordinación con el Gobierno, estamos poniendo en marcha un sistema de monitoreo agrícola a través de sistemas satelitales y vigilancia meteorológica e hidrológica de los embalses y las fuentes de agua”.
Por otro lado, el director general de Emergencias y Auxilio, Jorge Ayllón, aseguró que el país estará en alerta hasta setiembre. Pasado el período de lluvias, llegará la temporada de heladas. Luego, se presenta el tiempo de sequías y posteriormente la época de incendios forestales. “El monitoreo será permanente, por eso la emergencia podría durar hasta esa época”, finalizó.
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