Como si se tratara de un principio de vida que hay que cuidar y practicar, altos dirigentes de Estados Unidos y de Rusia parece que han decidido permanecer “preparados para cualquier confrontación”. Esta es la sensación que dan al mundo con el hecho de que el jefe del Kremlin amenace con “dirigir misiles contra Estados Unidos” por el hecho de que el gobierno estadounidense haya decidido salir del tratado INF de eliminación de misiles de corto y largo alcance”. Esta conducta fue imitada por el gobierno ruso al abandonar el INF y, además, para lanzar la prevención sobre este grave problema que amenaza a la humanidad desde hace varias décadas o, más concretamente, desde la guerra fría que se desencadenó con los misiles colocados en Cuba por parte del gobierno del señor Nikita Kruschev.
El dirigente ruso presentó “el nuevo arsenal” de armas nucleares encabezado por “un submarino atómico sin tripulación capaz de alcanzar una velocidad de 200 kilómetros por hora y portador de una ojiva nuclear con potencia de 100 megatones; otras armas, el avión Tsirkon, equipado con armas atómicas y capaz de volar nueve veces mayor que la del sonido y un alcance de mil kilómetros”; esta especie de prevención es peligrosa porque con seguridad que el gobierno norteamericano también debe estar preparado para repeler cualquier amenaza.
Lo cierto es que ambos gobiernos, al retirarse de un tratado de “eliminación de misiles de corto y mediano alcance”, lo que estarían haciendo es mostrar disposición para reemplazarlos con armas nucleares muy superiores a las que estarían bajo términos del tratado; pero, en todo caso, se trata de posiciones de orgullo y soberbia que ambas partes lo hacen a costa de las angustias y preocupaciones serias que abriga la humanidad porque ambos gobiernos, con el fin de demostrar su poderío, son capaces de cualquier extremo que signifique grave peligro.
Rusia y sus aliados, al igual que Estados Unidos y quienes lo apoyan, conocen perfectamente lo que significa el no aceptar un desarme que es el único medio de alcanzar condiciones efectivas de paz y concordia entre todos; sus dirigentes, plenos de obnubilación y orgullo, cuando muestran señales de amistad, parece que lo hacen para que se vea las verdaderas intenciones sin tener en cuenta que cualquier confrontación daría lugar a la desaparición, en primer término, de ambos estados porque ambos ante el primer síntoma de ataque lanzarán su armamento que significará un sacrificio global.
Mientras no haya conciencia de suprimir el armamentismo nuclear en las potencias y sus aliados, no será posible que sean enfrentados los peligros que significan la guerra entre naciones menores a ellas, no habrá forma de reducir la pobreza que significa, para todos, una verdadera “bomba de tiempo”. De todos modos, es lamentable la posición de ambos jefes de Estado que con sus jactancias lanzan prevenciones que angustian a la humanidad.
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