Según las leyes electorales respectivas, las alianzas partidarias deben ser determinadas 60 días antes de la convocatoria del evento, debiendo emitirse ésta por el Tribunal Supremo Electoral 150 días precedentes al plebiscito. Resulta incongruente, sin duda, que la conformación de frentes o alianzas partidarias tenga que realizarse 60 días antes de la convocatoria. Lo lógico es que se registren tan pronto como se emita la convocatoria, pues el proceso de alianza es naturalmente dificultoso. Esa disposición, como muchas de la ley electoral, ha sido planificada con claro favorecimiento para el oficialismo y ahora, más que nunca, le calza a cabalidad.
Considerando la estrechez de dichos plazos, parece haberse eclipsado el deseo de una candidatura única frente al oficialismo. Prevalecen hasta el momento los 8 o 9 binomios registrados. El objetivo de los de mínima posibilidad no es otro que lograr algunos escaños en la Asamblea Legislativa, para luego apoyar al candidato opositor con mejores posibilidades en la segunda vuelta. Ésta se aleja de su concreción precisamente por el fraccionamiento del voto, prestándose a favorecer al binomio Morales-García Linera.
La autoría intelectual, por decirlo así, de dicha actitud recae en los jefes de los partidos que auspician la dispersión -muchos de los cuales detentan una jefatura disputada e imprecisa- para hacerse de algún escaño si acaso les alcanzara su flaca convocatoria. Va de la mano la pretensión de los candidatos que encabezan tales postulaciones de aparecer como figuras políticas de actualidad. También cuenta la expectativa de algunos de estos pretendientes al no haber sido invitados para situarse como el segundo junto al candidato que hasta ahora sería el principal oponente al “caballo del corregidor”, (Carlos Mesa, como le señala la opinión). Una especie de vendetta ante tal exclusión, dejando en la nada su prédica contestaría al Gobierno de estos 13 años.
Las candidaturas descartables carecen del desprendimiento ejemplar de algún candidato potencial que declinó para apuntalar por la opción de mejores posibilidades. El resto está echando a perder la oportunidad esperada por gran parte de la ciudadanía, de enfrentar con efectividad al monstruoso aparato oficial en el campo electoral. Llevan sobre sus espaldas una gran responsabilidad, de la que pueden liberarse porque se encuentran aún a tiempo. Lo correcto y racional es que diriman supremacías solo 3 candidaturas: la del MAS, Comunidad Ciudadana y la del Tercer Sistema del gobernador Félix Patzi. En cambio, la de Demócratas por su carácter regional se presenta irreductible, aunque parece no haber llegado aún la hora de su líder Oscar Ortiz.
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