Son periódicos los anuncios en sentido de que el país contraerá nuevas deudas tanto en organismos internacionales como en bancos comerciales que atienden normalmente las urgencias de préstamos del Tercer Mundo; lo grave es que ese mayor endeudamiento implica gastar más en cuestiones que no siempre son convenientes para el país. Se informa que el dinero logrado serviría para inversión pública; es decir, creación de nuevas empresas de las que se esperaría réditos importantes para el Estado.
Lo cierto es que el fenómeno de que todo gobierno es casi siempre “mal administrador de sus empresas públicas” se ha hecho evidente a través de los años, puesto que así se demuestra por lo ocurrido con empresas como Comibol, YPFB, Entel y muchas otras que generalmente se han convertido en cargas para el fisco, porque cada gobierno ha buscado que se rehabiliten e ingresen en los cauces de las empresas privadas que normalmente son bien administradas y alcanzan réditos importantes.
Hasta ahora, muchos de los créditos y hasta parte de las reservas netas internacionales del país han sido utilizados para apoyar tanto a YPFB como a Comibol y los resultados son negativos porque no logran excelentes administraciones, tampoco réditos para honrar siquiera parte de sus deudas y realizar inversiones que permitan un crecimiento armónico y sostenido; al contrario, año tras año han logrado quebrantos de menor o mayor cuantía que han perjudicado al país.
Hay que extrañar que de los anuncios sobre nuevos préstamos, ninguno está referido al sector privado; es decir que se logre dinero con miras al crecimiento del sector privado o, en casos, la formación de nuevas empresas que trabajen con el gobierno, especialmente en el campo de su administración, manejo de su economía y logro de utilidades que favorezcan a ambas partes, Estado y empresa; que, de paso, favorezcan efectivamente a los trabajadores y sean fuentes de nuevos empleos que sean estables.
El gobierno tiene la experiencia necesaria como para ni intentar más inversiones en empresas públicas que, como el caso de Comibol con la mina Huanuni, muestra que, por mal administrada, por aumentar personal -de 700 a 4.000 trabajadores- ha ocasionado serias pérdidas y, además, ha tenido necesidad de mayores aportes de dinero con la esperanza de “superar situaciones de falencia”. Otro ejemplo es el de YPFB, que podría ser el mejor administrado del sector público y que mayores beneficios rinda a la nación; pero el hecho de haber tenido casi diez presidentes en el actual período de gobierno es muestra de que no puede solucionar sus dificultades e ingresar en períodos bonancibles que determinen que la empresa sea modelo de manejo administrativo, técnico y financiero. No corresponde, pues, dadas las experiencias, que se contraiga nuevas deudas para el país y que sirvan para invertirlo a fondo perdido.
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