Nos encontramos próximos a conmemorar un nuevo aniversario de la heroica defensa boliviana de Calama. Pasaron 140 años desde que esa contienda tuvo lugar tras la invasión chilena al litoral boliviano. Pese al tiempo transcurrido, cada 23 de marzo los bolivianos reafirmamos nuestro compromiso de hacer todo lo posible para que nuestro país vuelva a tener un acceso soberano al mar. Sin embargo, ¿cuál es el motivo para exigir el retorno a los puertos del Pacífico luego de tantos años?, ¿es parte de un lamento boliviano?, ¿es una causa perdida? En los próximos párrafos buscaré responder a estas preguntas.
El retorno boliviano con soberanía a los puertos del Pacífico es un derecho histórico y una necesidad económica y social. Se trata de un derecho histórico puesto que Bolivia nació a la vida independiente como República con aproximadamente 400 kilómetros de costa. Se vio obligada a ceder todo su territorio costero mediante el Tratado de 1904, tras la Guerra del Pacífico y un dogal aduanero que ahogó a la economía boliviana por casi un cuarto de siglo. Fue en esas circunstancias en las que Bolivia quedó enclaustrada; mas ello no significa que haya renunciado a su derecho de retornar al mar. Así lo dejó claramente establecido desde los primeros años posteriores a la firma del Tratado de 1904.
Además del legítimo derecho histórico, el retorno al mar es una necesidad tanto económica como social. La desventaja económica quedó claramente establecida mediante documentos de investigación publicados en las últimas décadas. Entre las principales investigaciones se encuentra la elaborada por John Gallup, Jeffrey Sachs y Andrew Mellinger en 1998; en la misma se concluye que un país sin litoral desacelera su crecimiento económico en 0.7 por ciento cada año. El principal motivo de dicha desaceleración se encuentra en los mayores costos de transporte para exportar e importar mercadería.
En ese sentido, en un documento elaborado por mi persona el año pasado, se encuentra que los países sin litoral tienen un flujo comercial 15 por ciento menor en comparación con los países costeros. En el caso específico de Bolivia, en el período 2006-2015, la pérdida económica por no contar con puerto propio representó en promedio un 12 por ciento de su Producto Interno Bruto. En resumen, el enclaustramiento geográfico causa desventajas económicas a Bolivia. Sin embargo, dichas desventajas no solamente son económicas sino también sociales.
De acuerdo con los resultados de la investigación que tuve la oportunidad de presentar en el Encuentro de Economistas de Bolivia, llevado a cabo el año pasado en Cochabamba, los países sin litoral no sólo tienen un menor crecimiento económico, sino que también un desarrollo más bajo. En este punto, es importante notar que el concepto de desarrollo económico es más amplio que el de crecimiento. El desarrollo no sólo implica crecer económicamente, sino que pone atención en los indicadores de mejora de las condiciones sociales relacionadas con la salud y educación, principalmente. Una manera de medir el desarrollo es el Índice de Desarrollo Humano que se calcula anualmente para cada país.
Al respecto, en el estudio mencionado se encuentra que los países sin litoral desaceleran su desarrollo en aproximadamente 3.08 por ciento cada año. El motivo de ello es el aislamiento con el que deben lidiar lo países mediterráneos, o enclaustrados, como es el caso boliviano.
Una vez respondidos los primeros cuestionamientos, otro punto para analizar es si la causa marítima se encuentra perdida. Esta cuestión surge debido al fallo adverso en La Haya. Con respecto a este tema, es importante afirmar que, aunque el fallo judicial fue un gran revés para Bolivia, no terminó con su causa. En la sentencia quedó claramente establecido que la Corte Internacional de Justicia falla respecto a la obligación de negociar por parte de Chile, y no respecto al derecho boliviano a un acceso soberano al océano Pacífico.
Sin embargo, ello tampoco implica que el camino al mar se encuentra allanado. El tema marítimo no es una causa perdida, pero exigirá trabajo serio y ardua dedicación para lograr resultados positivos. En ese sentido, es imprescindible contar con diplomáticos de carrera comprometidos para encauzar nuevamente la causa del mar, dejando de lado las improvisaciones.
Un arreglo entre Bolivia, Chile y, eventualmente Perú, es posible si se logra conciliar los intereses de todas las partes. Al respecto, como planteo en un libro de mi autoría de pronta publicación, es necesario considerar las lecciones que dejaron las aproximaciones anteriores entre Bolivia y Chile. Es importante prestar atención a todos los acercamientos ocurridos desde el comienzo de la Guerra del Pacífico hasta la actualidad, pues existen elementos valiosos que merecen un exhaustivo análisis para un futuro acercamiento. Finalmente, se requiere manejar el tema de manera responsable, sin mediatizarlo.
Por todo ello, en este 23 de marzo, el primero luego del fallo en La Haya, cabe reafirmar con mayor fuerza nuestro compromiso para retornar soberanamente a los puertos del Pacífico. No se trata de un lamento, sino de un derecho y necesidad. No es una causa perdida, simplemente se requiere un tratamiento serio y responsable. El mar no es parte del pasado boliviano, forma parte esencial de su futuro.
El autor es economista y
diplomático de carrera.
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