Realidad de Bolivia

Por fines electorales, a la ciudadanía se le informa sobre obras que ni siquiera tienen presupuesto planificado, solo para mostrar al mundo que Bolivia está en un momento excepcional. Pero otra es la realidad, porque el país empieza a sentir una situación económica difícil, lo que provoca muchos interrogantes.

En esta situación difícil aparece la COB, organismo oficialista, que pide aumento de salarios, cuando los sectores obreros empiezan a constatar que los salarios que perciben no son suficientes para comprar productos de la canasta familiar, que van subiendo de precios.

Por otra parte, factores climatológicos han castigado al país, especialmente a la producción agropecuaria, ya que las inundaciones por intensas lluvias han afectado al campo, por lo cual en las ciudades sube lentamente el costo de vida. Los sectores productivos de soya, trigo y caña de azúcar en Santa Cruz han resultado perjudicados por fenómenos climatológicos, lo que influye en la economía del sector y por ende del país. Esta realidad no la pueden negar los sectores oficialistas, pues se observa carencia de productos y se los tendrá que importar, lo que significa gasto de divisas.

En otro caso, la producción de gas han disminuido, por agotamiento de pozos. Sin embargo electoralmente se ofrece volúmenes de gas al Perú, lo que es una exageración, porque no hay suficientes cantidad de ese energético para venderlo. Lo mismo ocurre con la venta de energía eléctrica, porque países vecinos están impulsando sus propios proyectos.

Además grandes cantidades de ciudadanos están sin empleos, por ello se dedican al comercio informal. La competencia entre comerciantes crece cada día porque la gente no compra como antes, siendo el negocio de la venta de comida para muchos la única opción a fin de conseguir medios económicos para subsistir.

A esta situación negativa se suman los casos de corrupción en la Policía Nacional, lo que preocupa a la ciudadanía, porque es la entidad encargada de proteger a los ciudadanos ante la ola de crímenes y asaltos que se expande peligrosamente. No es posible que la Policía Nacional sea politizada y convertida en un organismo más del oficialismo, lo que es intolerable y denigrante, mientras los delincuentes baten palmas, porque ahora trabajan policías sin autoridad para combatirlos. La reflexión debe llegar a los actuales cadetes de la Policía Nacional porque, al fin y al cabo, el prestigio institucional vale oro. Por ello es urgente reorganizar los cuadros policiales, así como el Alto Mando, en caso contrario la delincuencia ganará y esto sería grave, porque la ciudadanía quedaría desprotegida y tendrá que ver cómo defenderse ante el crimen organizado.

Es lamentable lo que está ocurriendo con la institución del orden, de la que necesita el pueblo para su seguridad.

El autor es Profesor Emérito de la UMSA.