El sistema democrático ha encontrado su más amplio respaldo con la actitud que asumió el Grupo de Lima en relación con la crisis política que devasta a Venezuela, la tierra del Libertador Bolívar. Lo hizo con firmeza y decisión, hecho que hizo trastabillar al régimen, cívico – militar, conculcador de libertades.
Se trata de un organismo multilateral que aglutina a la mayoría de los países de la región con vocación democrática y tendencia pacifista. En este marco, ha reiterado su repudio al gobierno de Miraflores, Caracas, que manipuló a su antojo la praxis democrática y sometió a la austeridad más inconcebible a su pueblo que no para de clamar por libertad, techo y pan.
Propugna, al mismo tiempo, una salida pacífica ante la crisis que azota a Venezuela, así como la liberación de presos políticos, elecciones libres y ofrece ayuda humanitaria. El Grupo surgió tras la denominada Declaración de Lima, Perú, en fecha 8 de agosto de 2017. Está constituido por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú. En febrero de 2019 se incorporó a Venezuela, más precisamente al gobierno interino de Juan Guaidó. La identidad democrática latinoamericana se refleja, por lo tanto, en la postura política que se atribuye este conjunto de naciones, con miras a afianzar la convivencia civilizada.
El Grupo de Lima, que se inscribe sin precedentes en la historia política contemporánea, se ha propuesto profundizar la Democracia y preservar la libertad en aquel país, particularmente, donde se impone el autoritarismo. Pero su repercusión se sentirá en los cuatro puntos cardinales de Sudamérica.
Obviamente que, como en cualquier emprendimiento político, pequeño o grande, de izquierda o derecha, no faltaron quienes discreparon con ese proyecto y se alejaron sin pena ni gloria.
En el pasado inmediato tuvimos experiencias similares, muy ideologizadas, que fracasaron rotundamente, con el transcurso de los tiempos. Y quizá, básicamente, debido al cambio de gobiernos. De veras que nada perdura en política. Muchos se van, algunos se quedan y otros vienen, con mentalidades diversas. Y sus sedes serán utilizadas para otras actividades.
El aislamiento internacional fue determinante para la caída del autoritarismo no sólo en la región sino en el mundo. A ello se sumó la resistencia interna, en sus diferentes modalidades, que acabó con las pretensiones de perpetuarse en el Poder. Posiblemente hacia ello apuntan las acciones que ha emprendido el Grupo de Lima en el caso venezolano.
Sin el respaldo de gobiernos y pueblos del mundo, el autoritarismo no tenía otra alternativa que despojarse del Poder. Augusto Pinochet, recordemos, promovió el “abrazo de Charaña”, a fin de aplacar el aislamiento internacional del que era objeto.
En suma: la comunidad latinoamericana siempre ha caminado con la historia y ha contribuido con su sacrificio al cambio. Fue solidaria, asimismo, con quienes estuvieron sometidos por el autoritarismo.
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