Al salir del desvarío chavista-madurista, Venezuela necesitará apoyo político internacional y por eso el presidente en ejercicio J. Guaidó acude al exterior en busca de mayor ayuda en varios campos, siendo el principal el financiero. En el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia y China recientemente vetan una resolución que abogaba por elecciones libres en pos de restaurar la democracia en el país suramericano. Guaidó pide a bancos estadounidenses y a otros que no paguen por oro venezolano que seguramente Maduro intentará vender. Menos mal que el poder ejecutivo de EEUU dice que cavila desde ya y se prepara (habrá que ver qué dice el Congreso) para allanar en lo posible el corto plazo financiero, junto con la ONU, Banco Mundial, Fondo Monetario, Banco Interamericano y otros de modo que Guaidó se afiance políticamente y se llegue a elecciones libres e idóneas, lo que ha de requerir organización y paciencia, al tiempo que el pueblo, porque la desconfianza crece o ha crecido como foresta en un régimen tan duro como el de Maduro, seguramente acudirá a las urnas con dosis de escepticismo y hasta desconfianza en torno a la seriedad de lo que acontece. Concomitante urgirá emprender otros cometidos de emergencia, como reparar el servicio de electricidad que, según The Economist, hasta mediados de marzo había costado la vida a 40 personas.
Destaquemos que en Venezuela, el Chavismo-Madurismo, secundado e incluso instruido por militares de varias nacionalidades, incluyendo árabes, de un tiempo a esta parte opta increíblemente por practicar holodomor o golodomor (ucraniano por matar de hambre) o hacer hambrear al pueblo de Venezuela como práctica de dominio político. En los peores momentos de la hambruna de Ucrania, 25.000 personas morían cada día. En 1932-33, entre 1,5 y 10 millones de ucranianos murieron de hambre en la pugna de colectivización de la tierra dictada por el gobierno de la URSS. No hubo miramiento, como no los hay en las fronteras y costas de Venezuela, en las que Maduro impide el ingreso de camiones y navíos con ayuda humanitaria. A fines de febrero el general venezolano en retiro C. Alcalá y 200 soldados venezolanos desertores y con armas se juntan a un grupo de funcionarios internacionales y Guaidó que acudían a un puente de la frontera colombo-venezolana a fin de entregar ayuda humanitaria a como dé lugar. El gobierno colombiano los detiene aludiendo pacifismo. Los gobiernos de EEUU y Brasil en ese momento se adhieren a la posición colombiana.
Alimentos y medicinas tendrán que ingresar a Venezuela cuanto antes desde los cuatro puntos cardinales en tonelaje suficiente para saciar el hambre y reinstalar hospitales, clínicas y otros servicios de primera urgencia y necesidad. Tarea aparte habrá de ser garantizar la empresa y la propiedad privadas, ofrecer incentivos para su reapertura o apertura, rescatar médicos, enfermeras y técnicos que habiliten los servicios públicos. Rehabilitar PDVSA ha de tomar tiempo, producir y comercializar petróleo, incluso como prioridad, tomará meses y más.
El retorno de miles de venezolanos emigrados ha de ser lento, ya que decenas de miles de ellos han devenido parte del medio donde arribaron y consiguieron desenvolverse exitosamente. De las huestes de Bolívar y Sucre quedaron venezolanos en las que devinieron repúblicas andinas, sin duda en el Siglo XXI quedarán más, aunque muchos seguramente optarán por regresar a Venezuela una vez que la situación lo avale.
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