Economía de palabras
Los funcionarios masistas que pagaron 953 millones de dólares por la planta de urea de Bulo Bulo olvidaron un pequeño detalle: faltaba una parte que solo cuesta 36 millones de dólares para que la planta funcione bien.
Pero como la planta incompleta debía ser inaugurada en septiembre de 2017 por razones políticas, se la inauguró muy deprisa. La urea que se producía no podía ser transportada porque la empresa china que debía construir el ferrocarril Bulo Bulo-Montero se fue sin haber terminado la obra aprovechando que había un problema de faldas que tenía muy preocupado al gobierno.
Entonces, la urea se apelmazaba en espera de que la carguen en camiones hacia Montero, en camiones que, como condición inexcusable, debían ser de propiedad de cocaleros del Chapare. Hubo que contratar empresas para que le den la forma original a la urea que se había convertido en enormes piedras. Los contratos para hacer ese trabajo fueron millonarios. Todos llave en mano, por supuesto. Alguien tiene que beneficiarse de los descuidos cometidos por camaradas masistas.
Y ahora, casi dos años después, el gobierno dice que ha decidido comprar la parte que faltaba, a fin de que la urea no se apelmace mientras espera que la carguen hacia sus mercados de consumo. Se hace el anuncio con el tono de quien ha decidido informar de una decisión inteligente, digna de un funcionario competente. Quienes se beneficiaban de los contratos con las empresas que devolvían a la urea su forma original tuvieron que quedar callados.
Hay otros olvidos, entre todos los negociados hechos por el gobierno, que no tienen soluciones tan fáciles. El ingenio Lucianita de Huanuni, que costó 50 millones de dólares y no ha podido funcionar desde que llegó hace siete años, no puede ser habilitado de inmediato. Es que quienes compraron el ingenio olvidaron que en Huanuni no existe una provisión segura de agua, que el ingenio necesita para poder funcionar.
Para resolver ese problema haría falta encontrar una fuente de agua segura, pero no existe en muchos kilómetros a la redonda. El ingenio ha sido pagado, pero no puede entrar en operaciones. Los pagos fueron hechos. Las comisiones, pagadas al contado. Pero el ingenio no puede operar.
Una propuesta ingenua: ¿y si las comisiones quedaran en fideicomiso para que en casos de emergencia sirvan para saldar algunas cuentas, como por ejemplo pagar por las partes que hagan falta?
La corrupción se ha adueñado del gobierno, según admitió el presidente Evo Morales: alguna solución hay que encontrar.
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