En abril de 2013 Bolivia pidió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, “obligar a Chile a cumplir sus compromisos de diálogo a fin de satisfacer la demanda boliviana de recuperar su acceso marítimo”.
Recordemos que en 1879 Chile nos arrebató injustamente territorio marítimo en la llamada Guerra del Pacífico. Pero la invasión a nuestro territorio fue preparada por el país vecino con premeditación, por lo que hemos sido encerrados entre montañas, sin acceso al mar.
En octubre de 2018, la CIJ dio su fallo manifestando que Chile no está obligado a negociar, lo que ha causado una enorme frustración en la población boliviana. Frente a esta derrota, el actual Gobierno en un momento dado tendrá que someterse a un juicio de responsabilidades, porque los alegatos que presentó Bolivia en su demanda no fueron suficientes para lograr una salida al mar, a la que todos tenemos derecho.
Por ello ahora corresponde buscar otras vías. En 1929 se hizo un planteamiento, que puede ser actualizado, para tener salida al mar por Arica, pese a que el Perú tenía el veto del Tratado de 1929, ya que ese puerto peruano, pero arrebatado por Chile en la Guerra del Pacífico. Bolivia podría volver a plantear esa opción y allí habría administración portuaria trinacional, para arreglar las diferencias entre los tres países. Esto es lo más práctico para Bolivia, entre una serie de propuestas.
Mientras tanto, esperamos que la Cancillería boliviana reanude las conversaciones con Chile, a las cuales no puede negarse. Ojalá que los intereses políticos no interfieran, porque si así fuera, se prolongaría la agonía boliviana. La realidad política actual es que ambos países siguen enfrentados, ya que Chile tiene un Gobierno de derecha, aliado con países de la misma tendencia, que inclusive crearon Prosur, una entidad contraria a Unasur. Bolivia, por otro lado, es afín a países de extrema izquierda. Nuestro país apoya sin condiciones a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y la Venezuela del dictador Nicolás Maduro.
En esta forma la política de los gobiernos de Chile y Bolivia con respecto al problema marítimo será muy difícil y tensa, lo que no daría margen al tratamiento del problema boliviano. Por todo ello nuestro país no tendría más remedio que esperar tiempos mejores, para tratar de conseguir una salida al mar.
Que la Corte Internacional de Justicia haya manifestado que Chile no tiene obligación de negociar con Bolivia un acceso soberano al mar, es un revés diplomático para Bolivia. Por ello la diplomacia boliviana tiene que cambiar de estrategia para analizar otras opciones a fin de tener acceso a las costas marítimas.
El autor es Profesor Emérito de la UMSA.
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