El gobierno de los Estados Unidos, con ingenuidad increíble, cree que Corea del Norte “estaría decidida” a cumplir la reducción de su programa nuclear, basado en las reuniones que sostuvo el presidente Donald Trump con el caudillo norcoreano Kim Hong-Un; sesiones que habrían mostrado al mundo “las mejores intenciones para conseguir una paz cierta y segura tanto con Corea del Sur como con el mundo occidental”.
Las reuniones habidas dieron seguridades al gobierno estadounidense de que “la paz estaría asegurada”; pero, semanas después de haber efectuado las mismas reuniones, el gobierno norcoreano ha anunciado que repondrá sus programas nucleares, siempre con el pretexto de que sería “para fines defensivos”. Hace pocas semanas, Naciones Unidas dijo: “Corea del Norte está violando de forma constante las sanciones internacionales que tiene impuestas y su programa nuclear y de misiles sigue intacto”. Señala que Piongyang “desafía las sanciones del Consejo de Seguridad con un aumento masivo de las transferencias ilegales de productos derivados del petróleo y carbón de buque a buque”.
Las reuniones entre los dos mandatarios -EEUU y Corea del Norte- no han llegado a acuerdos firmes y definitivos; pero quedará en suspenso una posterior negociación sobre el problema nuclear, aunque, se dijo: “estarían dadas las condiciones para su arreglo de buena fe que tendría ya importancia en el momento”. Esto, en el entender de técnicos especialistas, implicaba, de hecho, una especie de compromiso inicial; pero Corea del Norte habría decidido ignorar todo lo conversado y continuar con sus programas. Tras esas reuniones “de buena amistad”, los satélites han comprobado “la actividad de una instalación de misiles de Corea del Norte, lo que incrementa la posibilidad de que está preparando un lanzamiento tras la fallida cumbre de Hanoi y hace temer por la continuidad del diálogo con Estados Unidos”.
El dictador Kim Hong-Un ha declarado muchas veces la intención de llegar a acuerdos, en primer lugar, con Corea del Sur y, luego, con los Estados Unidos; pero sus acciones han sido categóricas al pretender invadir, directamente o mediante túneles, Corea del Sur; ha hecho lo posible por “mostrarse amigable” con el presidente Trump para debilitar, de algún modo, las sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aunque violándolo permanentemente al no hacer caso a todas las advertencias que implicaba el conjunto de sanciones impuestas.
Existe, pues, la certeza de que Corea del Norte nunca cumplirá sus compromisos, al igual de lo que jamás respetó en el pasado, especialmente con Corea del Sur. Estados Unidos, si quiere asegurar la paz tanto en la península coreana como para el resto del mundo, tendrá que actuar con mucha cautela en todo lo que analice y juzgue de las promesas norcoreanas antes de tener que sufrirse una sorpresa que podría ser el principio de graves problemas para el mundo.
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