Víctor Hugo Rodríguez Tórrez
Durante el acto central del 23 de marzo y actuaciones alusivas, curiosos habituales -es decir Juan Pueblo- murmuraban que, por ética histórica y ciudadana, los gobernantes “no deberían ni pisar” la plaza Abaroa. ¿Razones?: porque lleva el nombre del máximo héroe boliviano y, lo segundo, en enero/18, el binomio oficial dispuso sus “primarias” en el Tribunal Electoral no soberano, Órgano dependiente domiciliado en la antigua residencia georgiana de los embajadores de EEUU, potencia odiada desde el poder.
Los bolivianos atesoraban aquella plaza en la que cada Día del Mar, exaltaban el derecho de recuperarlo.
Hasta septiembre/18, y entre despropósitos anti estratégicos, fue menospreciada la estructura judicial internacional que la contraparte accionó en La Haya. La vieron como hueso fácil de roer. Empleando “madrugadora avanzada” para levar anclas, dando por descontada la benevolencia diplomática hacia un fallo favorable, zozobró nuestra pretensión. No hubo loxodromia para entablar diálogo, tampoco nos hicimos a la mar.
Bolivia no puso en brete a la defensa judicial del demandado.
2019: Gobierno y responsables del colapso, rampantes pontifican cómo “volveremos al mar”. Como si nada, creen sabérselas todas. ¿Dónde anda el Vocero marítimo, a quien la opinión pública exige “más, de cerca”, explicar los entresijos de la frustrada acometida judicial?
En editoriales, comentarios, artículos, análisis y toda la parafernalia inherente a la ácida crítica objetiva nacional acerca del fracaso en la CIJ, Bolivia, “callada nomás”, masticó ignominia por la salobre pérdida de la gran oportunidad. Tras el 01/octubre/18, difundida internacionalmente la goleada en contra, el gobierno extrajo debajo la manga el anuncio del doble aguinaldo. En pocas horas echó por la borda la tragedia acontecida en Holanda, vecina de Bélgica –el Waterloo marítimo boliviano-, desatando regocijo laboral entre miles de beneficiados. De “retache”, la trama fue engordada con el ukase repostulador, dejando atrás al mar.
Calculadamente fueron removidas furibundas masas (apodadas movimientos sociales). La “estrategia” pretendió alcanzar el “sin novedad” o aparente pronunciamiento judicial pro boliviano en La Haya. La sicología social sobre millares de incautos incluyó la bandera azul “más larga del mundo”. No obstante la mega millonaria propaganda, menudearon los irreflexivos, indiferentes, despistados, desinformados, quienes no sabían y no respondieron. Salvaguardando sus intereses y no a la causa marítima, aparecieron grupos poderosos/violentos que, se haya conocido en décadas pasadas, nunca batallaron por el mar (gremiales, cocaleros, ropavejeros, contrabandistas, etcétera).
Empero, la población sensata y prudente columbró el resultado, considerando que Bolivia actuó con preparación amateur y, por tanto, no subsumida en el frágil espacio de las realidades que enseñan la visión y el tacto de los pueblos lúcidos en momentos cruciales.
Andrés Soliz Rada, en el prólogo de una obra geopolítica de quien firma la presente columna, espetaba: “ Lo grave en Bolivia es que, salvo excepciones muy limitadas, se considera normal las derrotas sistemáticas, reflejadas en el debilitamiento constante de la soberanía nacional, reducida cada vez más, como la Piel de Zapa, de Balzac. Pocos bolivianos ven a Bolivia dentro un proyecto nacional, global y coherente”.
En la era de complicidad-impunidad y sin realidades marítimas, impele no arredrar el sentido oceánico nacional. Mantener firmeza para enderezar la obligación como navegadores libres en el mar mundial. La responsabilidad de las generaciones venideras será decisiva. El Derecho Internacional Marítimo con su Convención del Mar, vigente desde 1982, garantiza bogar lícita e irrestrictamente aguas internacionales. Sólo así, reluctará la estrella del mar…
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |