Las medidas de cambio tienen por finalidad mejorar, particularmente las condiciones de vida de la población desprotegida. No es otro el propósito. En esa histórica perspectiva fueron asumidas responsabilidades, se sumaron esfuerzos y sobrellevaron sacrificios, en todos los tiempos y pueblos.
En consecuencia: la búsqueda de un venidero mejor fue uno de los objetivos fundamentales del proceso de transformación, de los años 50 del siglo pasado, en Bolivia. En este marco, se introdujo, entre otras determinaciones gubernamentales, la Reforma de la Educación, previo estudio a cargo de una Comisión, conformada mediante Decreto Supremo N° 03504, de fecha 22 de septiembre de 1953.
Participaron en ella representantes de la Presidencia de la República y presidente de la Comisión fue Fernando Diez de Medina. Del Ministerio de Educación, Armando Gutiérrez Granier y Julio Lairana. Del Ministerio de Asuntos Campesinos, Leónidas Calvimontes y Vicente Lema. De la Confederación Sindical de Trabajadores de la Enseñanza, José Antonio Arze, Gastón Vilar y Humberto Quezada. De la Confederación Obrera Boliviana, José Pereira. De los Consejos Universitarios, Manuel Durán P. De la Confederación Universitaria Boliviana, Mario Guzmán Galarza. De los Colegios Particulares, Huáscar Cajías.
“De una educación de castas a una educación de masas”, fue el “slogan” que se difundió entonces. La idea fue asistir, indudablemente, a todos quienes estuvieron marginados del sistema educativo, desde que Colón ató sus carabelas, en puertos de América. Así de sencillo. Y que representaban las mayorías sociales. Pero las familias favorecidas, o sea las que pertenecían a la casta dominante, gozaban del privilegio de la educación.
“Incorporar a la vida nacional a las grandes mayorías campesinas, obreras, artesanales y de clase media, con pleno goce de sus derechos y deberes, a través de la alfabetización en gran escala y de una educación básica”, puntualiza el Código de la Educación Boliviana, aprobado el 20 de enero de 1955, en la ciudad de Sucre, en el acápite destinado a los “Fines de la Educación Nacional”.
“Dignificar al campesino, en el medio, con ayuda de la ciencia y de la técnica, haciendo de él un eficaz productor y consumidor. Educar a las masas trabajadoras por la enseñanza técnico - profesional, formando obreros calificados y los técnicos medios que el país requiere para su desarrollo económico”, indica, asimismo.
No faltaron individuos y grupos que formularon criterios peyorativos sobre la Reforma Educativa. Para ellos ésta no era otra cosa que una medida política y que de ninguna manera beneficiaría a los trabajadores del agro. “Los campesinos leídos se constituirán en un peligro para la sociedad”, señalaban. El racismo, la discriminación y el menosprecio continuarían su curso, pese a la Reforma Educativa, hasta nuestros días.
En suma: todo proceso de cambio marca nuevos derroteros por el bien del conjunto de la ciudadanía.
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