Han transcurrido 67 años desde el 9 de abril de 1952, cuando el pueblo en armas cambió las estructuras del país. Mucho se ha escrito sobre este hecho histórico y sus consecuencias: las medidas transformadoras de la Revolución Nacional. Se ha escrito a favor y en contra del proceso, pero a más de seis décadas, la perspectiva histórica nos permite analizar el hecho y qué mejor de la pluma del que fue destacado intelectual y dirigente del Partido Demócrata Cristiano, José Luis Roca, que en el desaparecido matutino católico “Presencia” de 10 de abril de 1977, escribió un ensayo bajo el título: “A los 25 años de la Revolución Nacional”, el mismo que lo transcribimos en parte.
“El 9 de abril de 1952 es probablemente la fecha de mayor significación en la historia política boliviana… Aquel día, un cuerpo de carabineros y una montonera improvisada de mineros del altiplano y trabajadores de las fábricas de La Paz violentaron la pesada muralla que protegía a la Bolivia feudal y abrieron paso a una sociedad moderna integrada, como la que se está edificando hoy… Nos encontramos a prudente distancia cronológica como para volver la mirada y apreciar, en todo su significado, el impacto de la Revolución Nacional. Aunque motorizada por un partido bajo el liderazgo de un grupo de hombres, este fenómeno apareció como resultado de nuestro proceso histórico, lento, conflictivo, contradictorio.
Con casi un siglo de retraso nos incorporamos a la economía mundial. Nuestra organización no solo era feudal, sino, a ratos, esclavista; pongos de hacienda y mozos matriculados en la Casa Suárez, ponían el hombro a una sociedad caduca que había originado una de las fortunas individuales más grandes del mundo. Mientras tanto, dos terceras partes de la población y otras dos terceras partes del territorio nacional, eran los convidados de piedra a ese banquete grotesco de nuestra democracia oligárquica… No ha existido en Bolivia partido con más sentido práctico y visión nacional que el MNR.
Mientras, sus coetáneos y competidores, los piristas se indigestaban con un marxismo de folletín y postulaban coexistir con la rosca, siguiendo el ejemplo de esa época entre Rusia y Estados Unidos. Los movimientistas marchaban por las calles y pegaban tiros al grito de ¡muera la rosca y abajo el imperialismo!… Tampoco se registra otro caso de mayor éxito partidario en cuanto a materializar un programa y llevar adelante unos objetivos nacionales.
El MNR subió, hizo las cosas y pasó. Durante el ejercicio del poder no se detuvo con fintas y gambetas: hizo lo que debía en el momento oportuno, con un mínimo de violencia y ahorrando al máximo el llamado costo social… El lúcido planteamiento movimientista de formar una alianza de clases para llevar a cabo las tereas de liberación nacional parecía imposible en un país como Bolivia. Anclados en la miseria e ignorancia, reprimidos brutalmente, nuestros obreros y campesinos no parecían interesados en un proyecto político de alcance nacional. Y he aquí que un grupo de clase media y sectores politizados del obrerismo lograron galvanizar las aspiraciones nacionales que apenas se intuía durante el conflicto chaqueño… El MNR cayó del poder de la misma manera que una fruta madura cae de la rama de un árbol.
En 1964 había agotado sus tareas como grupo revolucionario, luego de 12 años plenos de realizaciones. A partir de entonces muchos han vivido el espejismo de la desaparición del MNR y han clamado a los cuatro vientos que ese partido ya no existe. Quienes así piensan no caen en cuenta que un partido de esa envergadura ya no es un libro de inscripciones, ni unas publicaciones de prensa, es más bien un estado de conciencia, un recordar los hechos vitales, una categoría histórica a la cual tiene justo derecho nuestra sociedad.
Por eso los pequeños partidos organizados desde el poder o artificialmente resucitados se convirtieron en una lacra para el país y jamás han podido suplantar al MNR… por lo menos tres partidos se gestaron en la matriz movimientista, de ellos no queda otro recuerdo que el haber sido hijos del MNR y solo reconociendo esa filiación podrán jugar un papel en el futuro. Y a propósito de futuro, ¿alcanzaremos a ver una democracia estructurada y sólida en la próxima década?... así nos han prometido quienes hoy rigen los destinos de la Patria, pero es bueno notificarlos mediante cedulón: tal proyecto político sería irrealizable sin el concurso del grande y viejo MNR… El proclamar esta verdad será el mejor homenaje que hagamos a esa olvidada y siempre viva Revolución Nacional”.
El autor es Abogado y Politólogo.
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