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El caso que conmociona

Padre de descuartizado reveló cómo atrapó al asesino

> El yatiri les dijo que esa noche Javier iba a desaparecer. Entonces la familia se apuró: Ricardo con dos de sus hijos decidieron ir a Villa Ingenio ese mismo miércoles. Llegaron a las 23.00 horas


VELATORIO DEL JOVEN DESCUARTIZADO.

Días de preocupación, corazonadas, la consulta a un yatiri y una vigilancia de madrugada. Así un padre de familia, oriundo de Achacachi, logró descubrir y atrapar al asesino de su hijo, quien resultó ser su propio cuñado.

Ricardo L. hizo su relato de cómo atrapó al asesino de su hijo, durante la audiencia de medidas cautelares del acusado, José C. M. de 44 años de edad, tío de la víctima.

Contó que su preocupación comenzó el sábado, día en que desapareció Javier, de 24 años de edad.

Lo último que se sabía de Javier era que estaba consumiendo bebidas alcohólicas con su tío, en la casa de este en la zona Villa Ingenio de El Alto.

El padre ya tenía desde entonces la corazonada de que su hijo seguía en esa casa, pero no podía corroborarlo porque su cuñado José le impedía buscarlo en ese lugar.

Dijo que fue dos veces a la casa de Villa Ingenio a decirle a su cuñado: “José, mi hijo estaba tomando con vos”. Pero, el sospechoso, con actitud amenazante, le decía que Javier siendo joven seguramente salió por días, pero volvería.

Ricardo manifestó que entonces José le miraba con una expresión extraña, “como sapo estirado sus ojos”, en sus palabras.

La familia de Javier lo buscó hasta en el Hospital de Clínicas, pero no aparecía.

El martes, José dijo a la familia que debería buscar al joven por la Costanera. Eso sólo levantó más sospechas, aunque aún no había certezas.

El miércoles, la familia de Javier consultó a un yatiri, a quien Ricardo se refirió como “psicólogo”.

El “psicólogo” indicó a la familia que Javier seguía en la casa de Villa Ingenio, y que deberían buscar en un rincón de ese domicilio. El padre manifestó que su corazón le decía lo mismo.

El yatiri les dijo que esa noche Javier iba a desaparecer. Entonces la familia se apuró: Ricardo con dos de sus hijos decidieron ir a Villa Ingenio ese mismo miércoles. Llegaron a las 23.00 horas.

Una vez en el domicilio, insistieron en entrar a la casa y llamaron a Julia, pareja de José, para que les permita el ingreso. Intentaron entrar hasta el garaje, pero la puerta estaba asegurada.

Ricardo sintió con más fuerza la corazonada de que su hijo estaba adentro, pero como no podían entrar al garaje, con sus hijos decidió esperar afuera, haciendo vigilancia.

Aguardaron en la oscuridad hasta que alrededor de las 01.00 del jueves se abrió la puerta del garaje y vieron que José estaba saliendo con un carretón.

Al verse descubierto, el cuñado empezó a correr con el carretón. Ricardo, por su edad, no pudo seguirle el paso, pero sus hijos siguieron al asesino hasta atraparlo.

Uno de los jóvenes escudriñó el carretón y, al levantar un cartón, se observó un pie humano. Rápidamente se dieron cuenta que José había asesinado a Javier y cercenado su cuerpo.

Ricardo señaló que ese momento con sus hijos no tocaron el cadáver, porque como achacacheños conocen la ley y sabían que eso les podía llevar problemas o malentendidos.

Llamaron al 110 y el acusado fue llevado por la Policía. Después la Felcc aclaró que la desaparición de Javier no había sido reportada.

En las investigaciones policiales se constató que José había asesinado a su sobrino el sábado, tenía su cadáver intacto hasta el martes, cuando decidió cercenarlo. Llevó la mitad del cuerpo a un río por Villa Armonía en La Paz y el resto pensaba desecharlo con el carretón.

Ricardo indicó que su hijo Javier solía jugar fútbol, trabajó en ENDE y en una cerrajería. Estaba estudiando Mecánica Automotriz en el Instituto Jach’a Omasuyos.

Pidió justicia para su familia y Achacachi. Aclaró que el asesino no es de esa localidad, como se había confundido en algún medio de comunicación. Agregó que los de Achacachi, como Javier, son buenos, no asesinos. (Erbol)

 
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