“Con la nacionalización de las minas, los muchos millones de dólares que antes fugaban al exterior, beneficiarán a Bolivia, fortaleciendo su economía”, dijo el presidente de la República, Víctor Paz Estensoro, en ocasión de la nacionalización de minas (1).
“Esos millones, en primer término, han de ser destinados a diversificar nuestra economía, poniendo en actividad las enormes riquezas potenciales que encierra el suelo patrio y abriendo así grandes posibilidades para el desarrollo de la industria manufacturera y el incremento del comercio”, puntualizó.
La medida fue aplicada en circunstancias que Bolivia vivía de las importaciones. Llegaban, de afuera, alimentos y otros insumos para paliar los requerimientos urgentes y elementales de la población, tales como de azúcar, ganado, productos lácteos, grasas comestibles, aceites vegetales, arroz, harina de trigo, algodón en rama, maderas en general, petróleo, carbón y derivados.
Importaciones que estuvieron sujetas a las divisas que generaba la exportación de minerales. Esta fue la principal actividad que inyectaba recursos al erario nacional. Fue, indudablemente, la columna vertebral de la economía boliviana.
No había, entonces, otro sector productivo exportador. A raíz de ello, Bolivia estuvo considerada, por mucho tiempo, como una región monoproductora.
“Diversificar nuestra economía, poniendo en actividad las enormes riquezas potenciales que encierra el suelo patrio”, reiteraba el líder movimientista Víctor Paz Estensoro, reflejando la realidad nacional que le tocó vivir.
Lo prioritario, por lo visto, era diversificar la economía nacional, para no seguir dependiendo de la producción foránea. Producir nuestro propio alimento, con nuestras propias manos, cultivando la tierra que los mayores nos legaron, para labrar el futuro con nuestro propio esfuerzo.
Esa perspectiva llevó, posiblemente, a los gobernantes de esa época a solicitar ayuda de los Estados Unidos de Norteamérica. Actitud que fue calificada, por los grupos identificados con la línea político ideológica pro- comunista, como señal entreguista.
La Revolución Nacional pasó a la historia honrada con el reconocimiento nacional e internacional por sus significativas conquistas. Ningún gobierno, de tendencia derechista o izquierdista, se animó a revertirlas, pero sí a preservarlas.
En suma: de veras que aquellos eran tiempos heroicos.
(1) “El Decreto de Nacionalización”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, domingo 2 de noviembre de 1952.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
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