La falta de unidad en la oposición da lugar a rivalidades y enfrentamientos entre los que buscan, “a como dé lugar”, ser candidatos para “hacer frente a la re-re-elección del Presidente”. Para la colectividad nacional, el hecho de que hayan surgido serie de acusaciones, controversias y pugnas entre dos candidatos y sus respectivos partidarios es algo contrario a principios de unidad, homogeneidad y concordancia; es, también, señal de debilidad e inseguridad; es carencia de argumentos para enfrentar a la candidatura oficialista que, aunque con un partido que también sufre fisuras, marcha optimista y seguro a lograr “un triunfo con una mayoría superior al 70%”.
El candidato por cuarta vez, ignorando los resultados del Referéndum del 21 de febrero de 2016, afirma triunfos categóricos seguramente basado en que la oposición es incoherente, débil e insegura de lo que quiere y busca. La oposición muestra división hasta en las cámaras legislativas y, fuera de ellas, en cuanta oportunidad hay, “muestran las garras” absurdamente y ahondan las diferencias. Los medios de comunicación, especialmente televisivos, han sido convertidos en armas contundentes para todos ellos -los opositores- porque dicen lo que es y no hasta que la otra parte reacciona.
El caso de dos diputados “de oposición” que lanzaron acusaciones contra el ex–Presidente y Vocero de la Causa Marítima, sobre percepción de dineros es grave e injusto porque, en varias oportunidades aclaró que ha renunciado expresamente al pago de un sueldo por ser Vocero de la Causa Marítima debido a que cuenta con el sueldo asignado a los ex–presidentes constitucionales; aclaró que sólo recibe dineros para “pagar pasajes, hoteles, alimentación y otros cuando realiza campañas en el exterior”; sin embargo, sus acusadores reiteran su acusación que es respaldada por un senador que es otro candidato que enarbola a su favor el 21F.
Lo grave de esta situación es que todo el “intríngulis” se ha convertido en una pugna muy fea, inconcebible y que no correspondería a los dos candidatos protagonistas que, en todo caso, deberían estar muy por encima de todo lo que se dice y propaga, puesto que las acusaciones entran en el campo de la “guerra sucia” porque no tienen la menor importancia y, si se quiere denostar o atacar al considerado rival, hacerlo con altura, con sindéresis y sin recurrir a palabras y frases contrarias a la decencia, al sentido común y, sobre todo, al respeto que merece la colectividad nacional que especta las peleas entre miembros de la oposición que deberían buscar los caminos de la unidad, especialmente luego de los resultados eleccionarios. Candidatos que deberían tener al país como razón de sus preocupaciones.
Si bien el ex–Presidente Carlos Mesa con toda razón y derecho, ha instaurado una querella contra quienes lo han ofendido y acusado de hechos alejados de la verdad, no cabría que lo haga porque descender al terreno al que se lo quiere llevar sólo para desgastar, desmerecer y desprestigiar su candidatura; él, por su misma posición de ser ex–Presidente de la Republica, no debe recoger nada de lo que contenga insultos, calumnias u ofensas que caen por su propio peso y que lo único que consiguen es favorecer a quien busca ser reelegido en cualquier forma y por cualquier medio. Tampoco corresponde que lo haga por contradecir o desmerecer al otro oponente en la oposición porque también él ha caído en terrenos que no le correspondía y que debió tener más altura por las consideraciones y respetos que debe merecerle el pueblo.
¿Qué han logrado los dos contendientes y sus respectivos partidarios? ¡Nada! ¡Absolutamente nada! y sólo han conseguido las burlas y pullas de sus contrarios, de quienes no los quieren y menos querrían que sean ganadores en las elecciones; han logrado que la colectividad analice y razone: Si hay este tipo de conductas y peleas mezquinas estando en el simple llano, ¿qué virtudes y condiciones se puede creer que poseen para ser ganadores y aspirar a la Presidencia de la República?
El sentido común obliga a pedir a ambas partes, con inclusión de sus partidarios, que no agranden hechos o cosas que deberían aclararse en las instancias correspondientes y no con pugnas y muestra de rencores que no corresponden, que son ajenos a la sindéresis, serenidad y dignidad de todos los candidatos que terciarán en las elecciones de octubre. No corresponde, pues, mansillar las propias honras cuando, en muchas oportunidades y desde hace muchos años, habían demostrado altura, decencia, equilibrio y limpieza.
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