II
Antonio Tovar Piérola
En relación con ese cometido, es necesario recordar que después de la proclama de la independencia del Perú, en la ciudad de Lima el 28 de julio de 1821 por el Gral. José de San Martín, conductor del Ejército de los Andes, proveniente de las provincias del Río de la Plata y luego de la exitosa campaña militar del Gral. Simón Bolívar con las batallas de Junín y Ayacucho, a fines del año 1824, el Gral. José A. de Sucre, a ruego de los altoperuanos, tuvo que emprender su incursión en aquel territorio. En tales circunstancias y a tiempo de cruzar el río Desaguadero, indicaba que las intenciones del ejército libertador eran “redimir” las provincias del Alto Perú de la opresión española, reconociendo explícitamente que aún faltaba liberar este bastión de la dominación de España.
Aunque conocidos los resultados de la campaña en el Perú, se procedió a proclamar la independencia del Alto Perú el 13 de enero de 1825 por iniciativa del pueblo de Cochabamba, seguido por el resto de las poblaciones de La Paz, Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija, Cinti, Chichas, Camargo y otros. Esta condición no prosperó adecuadamente por la presencia de la representación del Brigadier General Pedro Antonio de Olañeta, quien permanecía en Chuquisaca y luego en Potosí, por no estar comprendido en el acta de capitulación firmada después de la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.
Antonio José de Sucre, después de ocupar La Paz, el 9 de febrero de 1825, como se conoce, expidió un decreto de convocatoria a una asamblea para determinar la suerte de las cuatro provincias altoperuanas, pero también se sabe que comenzó a preocuparse por su adversario Olañeta, quien permanecía en Potosí con sus tropas. Consecuentemente faltaba definir la batalla final.
Sucre, dirigiéndose a Potosí, ingresó en esta ciudad el 29 de marzo de 1825, sin encontrar a Olañeta, que la había abandonado para reunirse con el Cnl. Carlos Medinacelli sin saber que éste, con las tropas bajo su mando, ya se había pasado a la causa de la independencia. Ambas fracciones se avistaron y trabaron combate en la quebrada de Tumusla el 1 de abril de 1825, cuando el Gral. Pedro Antonio de Olañeta cayó mortalmente herido, abandonó el campo el resto de sus soldados. Olañeta no estuvo equivocado cuando decidió permanecer al mando del último grupo de tropas realistas después de Ayacucho.
Por orden del Rey de España, el Mariscal de Campo, Pedro Antonio de Olañeta, por real despacho expedido en fecha 12 de julio de 1825, fue nombrado oficialmente Virrey, Gobernador y Capitán General de las Provincias del Río de la Plata, pero ya habían transcurrido 57 días de la batalla de Tumusla en la que perdió la vida. Acontecimiento con el que termina la Guerra de la Independencia en Charcas y se consolida definitivamente la creación de Bolivia.
Se sabe que Bolívar vio con recelo, desagrado y hasta mal humor la iniciativa de Sucre de conceder a los altoperuanos el derecho de decidir sobre sus propios destinos.
Por aquellos días, José María Pérez de Urdininea, con un Escuadrón reforzado de la División Arenales, ingresaba también por el sur en territorio altoperuano, alcanzando Tupiza; pero luego se retiraron cuando el Gobernador de Salta, Juan Antonio Álvarez de Arenales, por instrucciones del gobierno de Buenos Aires, expidió un Decreto en el que decía que las cuatro Provincias del Alto Perú “han de quedar en la más completa libertad para que acuerden lo que más convenga a sus intereses y gobierno”, en fecha 8 de febrero de 1825.
Estos y otros acontecimientos similares, protagonizados por nuestros compatriotas, deberían ser recordados con mayor relieve e importancia en relación con otros ocurridos en tierras foráneas, dignos evidentemente de consideración y respeto, pero no definitorios de la voluntad propia de lograr la independencia de nuestra Patria.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |