Para terminar la ceremonia del Papa Francisco, que en los últimos días ha recibido una carta de los presos, saludó a los presentes en la misa, recibió algunos regalos y salió entre aplausos del centro.
Esta mañana, ofició también la misa Crismal en la basílica de San Pedro del Vaticano, un rito que da inicio a la Semana Santa y que sirve para conmemorar también la institución del sacramento del orden sacerdotal, según la tradición cristiana.
Por esa razón, en su homilía se dirigió al clero para animar a los sacerdotes a tocar "las heridas" de los fieles, a implicarse en sus problemas, situaciones y realidades, pues defendió que los curas no solo pueden ser "repartidores de aceite en botella", en referencia al rito de la unción.
"Ungimos ensuciándonos las manos al tocar las heridas, los pecados y las angustias de la gente; ungimos perfumándonos las manos al tocar su fe, sus esperanzas, su fidelidad y la generosidad incondicional de su entrega", indico.