Ángel Gustavo Sejas Revollo
A 103 años del nacimiento y 60 años de la cruel celada y posterior asesinato de Oscar Únzaga de la Vega, junto a su ayudante René Gallardo y la alta dirección de su partido FSB, los bolivianos vemos con profunda desesperación que para Bolivia no hay futuro promisor. Porque quienes nos gobiernan siguen moviéndose en el fango de la inmoralidad, de la mentira, demagogia, improvisación y la ineptitud, y lo que es peor, la legalización de la impunidad y la judicialización de la política, producto de una mal llamada clase política, pensando que el hacer política es la praxis de métodos que practican el canibalismo político, mostrando una carencia absoluta de actitudes propositivas, creyendo que las obras fastuosas (museo en Orinoca, aeropuertos en Oruro, en el Chapare, la Casa Grande del Pueblo, estadio en Chimore, sede para Unasur y muchas más) es hacer un buen gobierno, mientras más de dos millones de ciudadanos bolivianos se encuentran en la extrema pobreza, sin salud, sin educación y sin trabajo.
En marzo de 1958, Oscar Únzaga de la Vega decía: “Las naciones organizadas pueden enfrentar confiadamente el porvenir cuando se dignifican en el trabajo y en la lucha. Los pueblos que tienen ungida la piel por el sudor o por la sangre están llamados a grandes destinos”.
Lamentablemente, nuestra amada Bolivia sigue con hambre, miseria, corrupción institucionalizada, constante violación a nuestra Carta Magna y osadas interpretaciones de nuestro ordenamiento jurídico, con el fin de favorecer la angurria de poder. Lo que nos permite afirmar que no tienen una visión de país, y menos ideología. Se encasillan con su socialismo del Siglo XXI, que en los hechos se vio que es simple y llanamente un narco populismo que no permite ver a una Bolivia engrandecida y renovada, como fue el sueño del Maestro de juventudes, D. Oscar Únzaga de la Vega, quien en varios de sus discursos expresaba: “En el seno de la tierra boliviana nos esperan las caídas de agua para transformarlas en usinas, los frutos que habrán de hacerse pan, los ríos que habrán de llevar prosperidad a todas las regiones de Bolivia en portentosa unidad, el hierro que se forjará en arado, el petróleo que arderá en las fábricas y las sales que se convertirán en los laboratorios”.
“En cada recodo del camino habrá un sacerdote que bautice, un maestro que eduque y un militar que defienda”. “Todo espera en Bolivia la hora en que los bolivianos se dispongan a trabajar sin odios y con patriotismo, a forjar la grandeza de la Patria y a conquistar su justicia”.
“Cuando pongamos en servicio de Bolivia, disciplinadamente, la mente para servirla, el corazón para amarla y el cuerpo para defenderla, vendrán días mejores que los pobres miopes de una realidad enferma no pueden esperar”.
“La justicia social no puede ser engendro del odio y la desunión nacional, la justicia social deberá ser fruto de la disciplina y la solidaridad boliviana”.
“El pueblo boliviano debe comprender que no solo hay dos frentes, por un lado la anarquía y por otro la opresión, existe un tercer frente, que es la verdadera justicia para el pueblo boliviano, una justicia que no enfrente a las clases en luchas destructoras, sino que busque hacer la felicidad de todas las clases del pueblo boliviano”.
Quienes planificaron la celada del 19 de abril con el fin de eliminar a Oscar Únzaga de la Vega y la alta dirección de FSB pensaron que se ponía fin al deseo de un líder que fue el más combativo y combatido que registre la historia de nuestro país. Cuán equivocados estaban, pues las ideas nunca mueren, más aún cuando estos ideales buscan la grandeza de la Patria.
Hoy existe una vigorosa juventud que levanta en alto la antorcha falangista en la búsqueda de una Bolivia engrandecida y renovada.
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