La población nacional -como todos los pueblos del mundo - mediante los medios de comunicación -prensa, televisión o radio- y por otros medios que se circunscriben al comentario callejero sobre la realidad que vive el país, se refiere normalmente a la situación no solamente política sino, muy especialmente, económica. Mucho más cuando se trata de políticas económicas que afectan a la familia, que es la que paga las consecuencias de la pobreza y, sobre todo, de la mala administración gubernamental cuando los recursos son derivados a cuestiones que nada tienen que ver con la posibilidad, así sea remota, de disminuir los altos índices de pobreza.
Hace pocos días, el Ministro de Economía respondió a un periodista sobre interrogantes referidos a precios vigentes en los mercados y que conforman la “canasta familiar”. En el mismo mercado, escenario de la entrevista, expresó criterios y conceptos que nada tienen que ver con la realidad o, si realmente existen, será en los medios del gobierno que cuenta con los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades y hasta mucho más por los ostentosos gastos que hacen sus diversos funcionarios, de la categoría que sean.
Sostener que una familia podría mantenerse con Bs. 100 para cubrir el costo de pocos productos es, desde todo punto de vista, no solamente injusto, sino arbitrario porque Bs 100 no alcanza más que para adquirir pocos productos y solamente para satisfacer las urgencias por pocos días de una familia. Todo lo que expresó el funcionario de Estado ha causado no solamente hilaridad en el público, sino indignación porque, se dice en las calles, “así se quiere conseguir adeptos para las elecciones, engañando a la gente y mostrando lo que no es real, no es cierto y, peor, ofende la inteligencia de la población que sabe lo que quiere y cuánto gasta para sobrevivir en el día a día”.
Que hay personas que cuentan con más de lo mínimo necesario, es evidente; pero la mayoría pasa hambre y necesidades; en muchos de los hogares no hay leche ni avena ni fruta ni pan de alguna calidad; no existen satisfacciones de “antojos” que puedan tener los niños; la ropa que llevan data de mucho tiempo y las distracciones que debe tener esa niñez es solamente mediante la televisión (si tienen los aparatos) y de vez en cuando una película en los cines. ¿Y qué de los gastos escolares, del costo de transporte, de recreos y otros? ¿Qué de las pensiones escolares -para quienes no están en escuelas o colegios fiscales y haciendo cualquier sacrificio logran pagar pensiones en colegios particulares-? ¿Y qué de gastos en agua, luz y otros?
Un Ministro de Estado, así sea para ser creíble, tiene que demostrar franqueza, honradez, honestidad y respeto en lo que dice y no, por defender lo indefendible, como en el caso del actual gobierno, decir cualquier cosa, así sea lo más disparatado. Con estos comportamientos, el pueblo deja de tener confianza en las autoridades, aunque a la mayoría de éstas no le interese el concepto que tenga el pueblo.
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