Frente a injusticias
La Iglesia Católica celebró ayer la resurrección de Cristo y llamó a los bolivianos a convertirse en operadores de paz, frente a las “injusticias y desigualdades escandalosas que favorecen a unos cuantos privilegiados”.
Durante la Homilía de Domingo de Pascua, el Arzobispo de Santa Cruz, Sergio Gualberti, afirmó que la paz es un don del Señor, fruto de la justicia, la libertad y el amor sin distinción ni discriminación alguna como escribía en Papa Juan XXIII.
“Ser operadores de paz, nos lleva a testimoniar con goce y valentía la novedad de la pascua, la fiesta de la liberación de toda clase de esclavitudes y males”, aseveró en su mensaje pronunciado desde la Catedral San Lorenzo en la capital oriental.
Explicó que la fiesta invita a mirar arriba y abrir horizontes de vida nueva y amor, en particular donde hay divisiones y enfrentamientos, donde hay víctimas del odio y la violencia, donde hay hermanos que sufren en carne propia la deshumanización de la pobreza y la marginación.
Monseñor Gualberti indicó que la resurrección significa la resurrección de la humildad sobre la arrogancia del poder. Cristo ha resucitado para no morir más y todos nos encaminamos a gritar con alegría la noticia más extraordinaria de toda la historia de la humanidad, puntualizó.
La resurrección no es un retorno a la vida física de antes sino un nuevo modo de existencia que escapa a nuestro entendimiento humano, una vida transformada y gloriosa, en otras palabras la vida divina, indicó al señalar que gracias al resucitado, los cristianos gozamos del don de la vida plena y eterna.
“La vida nueva nos induce a dejar al hombre viejo, egoísta y obcecado en el propio yo, dejar el orgullo, abrirnos a nuevas relaciones con Dios y con el prójimo. La muerte es un momento fugaz, es cruzar el umbral y ver la luz que entra por las ventanas de la vida y encontrar la paz y la felicidad que tanto buscamos”, indicó.
Invitó a los católicos a ser testigos de la esperanza de esta sociedad y cultura, sumidas en el consumismo materialista, indiferente a Dios y a los valores de la trascendencia; una sociedad desorientada y divida por tantas injusticias e inequidades, una sociedad que necesitada de conciliación y paz.
Afirmó que esta misión exige una actitud de humildad, de escuchar, de respeto y de diálogo para hacer una vida digna, fraterna y armoniosa entre todos, entre el padre y el hijo y entre hermanos. (Erbol)
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