Economía de palabras
El presidente Evo Morales había estado esperando desde 2016 que Mauricio Macri lo reciba y ahora se dio la ocasión, por una conjunción de intereses políticos de ambos presidentes, con el pretexto de tratar temas energéticos.
Cuantos más elogios salían de la boca del presidente boliviano hacia los Kirchner, más se alejaba la posibilidad del encuentro. Y lo mismo pasaba con los gestos de solidaridad del cocalero con el régimen de Nicolás Maduro.
Pero llegó el año electoral. Ambos presidentes tienen sus ambiciones de reelección, aunque el argentino sin que un referéndum lo hubiera vetado, como ocurre con el boliviano.
Y se sabe que en política los candidatos deben estar dispuestos a tragar sapos y culebras. El poder lo justifica todo.
Macri acepto la reunión a pesar de que sabía muy bien que estaba dando a Morales la oportunidad de hacer campaña en el reducto masista más leal del Río de la Plata. No se equivocó. El cocalero llegó a los lugares convenidos para sus reuniones con sus seguidores, como si estuviera en el Chapare.
El Tribunal Supremo Electoral había recibido las instrucciones para poner en primer lugar la organización de la votación de los residentes bolivianos en Argentina. La votación de los bolivianos que viven en Estados Unidos fue descartada por el TSE. Que esos votantes hayan dado la espalda al MAS en anteriores elecciones quizá tuvo algo que ver.
La reunión se produjo cuando está virtualmente cerrada la frontera común porque Argentina no quiere seguir recibiendo los volúmenes de droga que le llegan desde Bolivia.
Y cuando Argentina ha decidido reducir los volúmenes de gas de Bolivia debido a que su producción propia está creciendo y, sobre todo, porque todo el vecindario sudamericano conoce que el gas se ha agotado en Bolivia.
Morales aprovechó la ocasión para hacer su campaña entre los bolivianos y Macri no se quedó atrás: llevó al boliviano a conocer la fábrica de aviones Pampa con que piensa pagar por el gas que exceda el volumen convenido durante el invierno.
Y, de paso, Macri envió un mensaje a los votantes argentinos que tuvieran alguna razón para identificarse políticamente con el cocalero boliviano.
Lo cierto es que Argentina vuelve a proponer a Bolivia el pago del gas con productos propios. Con Jaime Paz Zamora fueron los “carritos Hanne” y ahora con Morales son los aviones Pampa.
Uno de esos aviones podría ser el nuevo avión presidencial, y así se podría vender el Falcon de 40 millones de dólares.
Algo habrá ganado Bolivia.
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