Cartas históricas

Mariano Baptista Gumucio nos deleita con una obra magnífica: “Cartas para comprender la historia de Bolivia”. En el prólogo nos explica que “el género epistolar proviene de la más remota antigüedad y antecede a la literatura en su conjunto”; al presente ya casi nadie escribe en papel, porque los sistemas digitales han sustituido por completo la forma de escribir y el internet ha logrado que, en muy poco tiempo, desaparezcan las cartas y los carteros.

El ejemplo más destacado de este cambio que duró siglos en llegar, pero que se difundió rápidamente, como nos ilustra el propio Baptista, es el caso del cibernauta espía Julian Assange, a quien un soldado norteamericano (hoy preso) le hizo llegar un memory stick de cuatro centímetros de longitud que contenía 260 millones de palabras provenientes de 251.000 cablegramas confidenciales de las agencias de ese país. Assange los publicó en su página web, provocando un terremoto mediático. Lo que sigue es una historia muy conocida, llegando casi a su fin.

El libro de Gumucio en esta recolección de cartas que muestran realidades de momentos históricos y que han servido para preservar en la memoria de los bolivianos ciertos hechos, corresponden a tres periodos históricos: i) de la Colonia a la independencia, ii) los primeros años de la República, iii) el Siglo XX.

En esta oportunidad me referiré solo al periodo colonial, una brevísima referencia es: 1) la carta que dirige Cristóbal Colon al rey Fernando el Católico, en la cual, todavía convencido de que había llegado a tierras de India, se refiere a su llegada a una isla en el Caribe el 15 de febrero de 1493. “Hallé islas muy pobladas con gente sin número, y de ellas todas he tomado posesión por sus altezas con pregón y bandera real extendida y no me fue contradicho. A la primera que yo hallé puse nombre de San Salvador a conmemoración de su alta majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado: los indios la llaman Guanahani, a la segunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción: a la tercera Fernandina, a la cuarta la Isabela; a la quinta la isla Juana y así a cada una un nombre nuevo”.

2) La captura del inca Atahuallpa, carta que dirige el soldado Gaspar a su padre Martín de Garate. Muy brevemente: “vuestra merced sabrá que con el gobernador Francisco Pizarro venimos a tierras de este señor (Atahuallpa), donde tenía 70.000 hombres de guerra, 160 españoles con el gobernador, donde pensamos que nuestras vidas eran fenecidas porque tanta era la pujanza de la gente que hasta las mujeres hacían escarnio de nosotros. Llegó este señor con cinco mil hombres, todos de su librea, donde nosotros estábamos saltó el gobernador con toda su gente y dimos con ellos y prendimos al señor y matémosle mucha gente toda la más que con él venía, en el cual desbarato matamos ocho mil hombres en obra de dos horas y media, y tomamos mucha gente, lo cual sería largo de contar….”.

3) La plata de Potosí. Del comisario Ortega de Melgosa a su majestad. “Como vuestra majestad tendrá entendido, en las minas de Potosí el metal que se saca se funda en unos hornos que se llaman guauras (y que se avivan) con el viento natural y no han acertado todavía a fundir allí con fuelles y como no tienen el viento tan ordinario y lo que es menester para fundir todos los metales, buenos y malos…”. Un poco más adelante prosigue: “Aquí se ha mandado que todos los que tuvieren oro y plata, labrada o por labrar, lo vengan a quintar y lo mismo se ha escrito por todo este reino. Aquí hasta ahora, después del mandamiento, no se ha sacado el quinto de vuestra majestad sino obra de 12.000 pesos y lo más ha sido de plata labrada y de las joyas de oro casi no se ha quintado nada…”. Como se aprecia, había evasión del pago por el oro y la plata que se extraía de las minas de Potosí.

Son 39 cartas que se transcribe en este libro, que muestran los problemas políticos, sociales y económicos de la época.