La verdad aunque duela
Desde los años 50 del Siglo XX los términos terrorismo, crimen organizado, ajuste de cuentas, narcotráfico, comunismo, socialismo, marxismo, gobierno y Estado fueron expuestos en libros documentados de los doctores Joseph Douglas y Ray Cline, exdirectores de la CIA.
Ellos afirman que desde esa época se observa el creciente vínculo entre los distintos grupos políticos comunistas, marxistas, leninistas, socialistas derechistas y otros con las mafias narcotraficantes que buscan la protección que los políticos pueden brindarles a cambio de cuantiosas pagas.
A ello se sumaron los traficantes de armas, quienes operan como proveedores para los grupos “revolucionarios”, que tienen relaciones con el crimen organizado. En 1980, los reportes de inteligencia señalan que los cubanos recibieron órdenes de la mafia rusa para infiltrar droga en EEUU. Por su parte el narcotráfico en China era una actividad “oficial”, es decir, el gobierno usaba la estructura estatal para fomentar el negocio de la droga. Zhou Enlai, ex primer ministro de China, fue relacionado directamente con redes de narcotráfico en el país de occidente y a él se le atribuye la siguiente frase: “A los capitalistas hay que desarmarlos con las cosas que más les gusta probar…”.
Esta es solo una muestra de lo que significa la relación de distintos gobiernos con las mafias organizadas a nivel mundial. En la actualidad se sabe que el movimiento económico de esta actividad ilícita es de aproximadamente 85 mil millones de dólares anuales, comparable con la facturación del negocio petrolero mundial en el mismo periodo. Las mafias europeas y asiáticas alcanzan a 250, diseminadas por todo el mundo.
Sudamérica y Centroamérica no podían estar exentas de la explosión del problema y el mercado mundial de drogas, coca y cocaína. Se sabe también que a partir del 1970 comenzaron a conformarse cárteles en Colombia, México, Brasil, Argentina, Panamá, Honduras, Guatemala, Costa Rica… Paralelamente esas mafias se insertan en el mercado transnacional de estupefacientes; de igual manera importan la materia prima (pasta de coca) desde Perú y Bolivia. El sistema mafioso que se describe actúa en general con la “venia” del gobierno de turno en cada país involucrado en esas actividades ilícitas.
En agosto de 2018, la revista canadiense In Sight Crimme publicó investigaciones y análisis del Crimen Organizado Transnacional (COT), manifestando que “Hoy Bolivia está literalmente en el corazón del comercio de narcóticos ilegales de Sudamérica”. Si a esto sumamos que nuestro país también es productor de su propia coca y cocaína, encontraremos que hay diversas oportunidades criminales. Recordemos que Bolivia llegó a tener sus propias mafias de pequeñas ligas, la más destacada fue dirigida por Roberto Suárez (época del MIR), quien incluso llegó a trabajar con Pablo Escobar y el Cártel de Medellín. Hoy el crimen organizado en el país está limitado principalmente a clanes criminales, los cuales participan en una amplia variedad de actividades delictivas, principalmente en la producción de pasta base de coca y el tráfico de cocaína con destino a Cuba, Venezuela, Brasil, Colombia… y posteriormente abastecen el mercado internacional.
Hoy el COT colombiano está produciendo cocaína de alta pureza en Bolivia y enviándola a Brasil, Argentina y Perú, donde se vende una pequeña parte de la droga y el resto es transportado hacia Europa o Asia. Los colombianos siguen siendo los pioneros en el tráfico internacional.
Por otra parte, el llamado “efecto cucaracho” también ha tenido un impacto significativo en Bolivia. En qué consiste: cuando se enciende las luces en una habitación, las cucarachas corren hacia los rincones oscuros. El crimen organizado actúa en gran medida de la misma manera. Las luces están encendidas en Colombia, los capos de la droga una vez son identificados tienen una vida corta, por lo que se trasladan al extranjero. Bolivia todavía no ha podido encontrar el interruptor eléctrico.
Aunque con frecuencia se captura colombianos y otros mercenarios durante las redadas a los laboratorios de producción de droga en Bolivia, la policía boliviana no ha conseguido desmantelar las grandes estructuras criminales.
Hablemos claro, la consolidación del Chapare como centro productor de coca y cocaína data de 1991 hasta el 2000, se trata de un paulatino desplazamiento de la participación de los cocaleros de la arena sindical a la arena política nacional de la mano de su presidente vitalicio, el señor Juan Morales, secundado por Álvaro García con el grito “causachum coca”. En 2001, después de distintas pruebas, surge la sigla MAS- IPNS sin estructura propia, pero la denominan “instrumento político nacional”.
A partir del 2005, el Chapare se convirtió en el epicentro más moderno de las mafias transnacionales de la droga. ¿A quién o quiénes les interesa prestigiar el nominativo de narco gobierno boliviano, y de quiénes se valen para sustentar tanta pedantería?, la respuesta es muy clara y el pueblo se ubica perfectamente. Entonces inventar un personaje mafioso de poca monta, como es el prófugo Pedro Montenegro Paz, es solo una cortina de humo con el fin de “ajustar cuentas” en el seno mismo del gobierno nacional. Vale la pena preguntarse ¿dónde están aproximadamente 3.000 millones de dólares incautados a las mafias nacionales e internacionales desde el 2006 a la fecha? Que nadie de los involucrados diga “yo no fui, fue tete”. Y no gasten sus energías hablando de reingeniería, refundación, reestructuración… de la Policía, FFAA y la Justicia, que nadie les cree.
El autor es Docente Universitario.
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