Los tiempos se renuevan. Las ideas y los ideales se enriquecen con el transcurso de los años. Los hombres y las mujeres cambian de actitudes, en la búsqueda de nuevos derroteros por el bien común. La política también se mueve con ese mismo ritmo. Nada ni nadie permanece inalterable. Todo cambia, de veras.
Ayer había corrientes políticas con mucha presencia en la región. Hoy están disminuidas notablemente. Denuncias de corrupción, que aún no han sido probadas por las instancias respectivas, los han deteriorado y desgastado, ante la historia y los hombres. Al extremo que algunos de los denunciados huyeron de la justicia. Otros guardan detención preventiva o están detrás de las rejas. Los menos eluden las investigaciones correspondientes. Y alguno que otro se suicidó.
Estos hechos matizarán la historia política de nuestros días. Hechos que serán estudiados y analizados por las generaciones que vienen. Obviamente que no son paradigmáticos para nadie. Son hechos que estigmatizaron a una pléyade de políticos latinoamericanos. No importa la corriente a la que hayan pertenecido, eso es lo de menos.
Ahora otros ocupan el escenario político, con otro discurso, con otras actitudes y otras perspectivas, indudablemente. Tratan de mostrar un nuevo rostro y una nueva mentalidad.
Emulando a sus antecesores, se han propuesto constituir un bloque sudamericano, a fin de encarar sus afanes integracionistas. Pero por medio está la afinidad político-ideológica. La intención se advierte a la legua.
Creen que el proyecto político regional que manejan es de largo aliento. Así también pensaron los anteriores. Pero el tiempo se les acabó. “Escobita nueva barre bien”, a un principio, como bien sabemos. Luego vienen el cansancio y el desaliento, que muchas veces inciden en la frustración.
Estamos viviendo tiempos de cambio, de una u otra manera. En este marco, la prioridad de los países es atenuar la pobreza, el desempleo y el hambre, que lastiman la dignidad de los amplios sectores populares. Es que las ideologías, si aún tienen vigencia de cara al Siglo XXI, no dan de comer, no dan empleo y menos bienestar social o el “suma kamaña”, como dicen por acá. Las ideologías alientan el enfrentamiento fratricida, a su paso dejan heridos o acaban con la vida de las personas, pues no prestan oídos al clamor de justicia social.
La Patria Grande, o sea el continente latinoamericano, está conmovida hoy por los hechos violentos que desataron las ideologías, en algunas naciones hermanas. Que alteraron la paz, profundizaron las diferencias y provocaron la intolerancia.
En suma: invocamos a la reflexión, a todos quienes estuvieran involucrados en estas acciones, para que asuman el desarme espiritual, que permita el retorno de la convivencia pacífica, con respeto a los que disienten, discrepan o dan un paso al costado.
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