Alta importación de carne de pescado

Mientras la FAO, organismo dependiente de las Naciones Unidas, recomienda que toda persona debe consumir por lo menos 12 kilos de carne de pescado al año, en Bolivia el consumo de esa proteína apenas llega a los dos kilos anuales, aunque en algunas regiones es algo mayor y, en otras, menor.

Sin embargo, pese a esa recomendación el consumo de carne de pescado es muy bajo y los mercados son poco abastecidos con producción interna, ya que apenas cubren el 20 por ciento de las necesidades de la población, agregándose a ese dato que se está importando cada vez más pescado y está disminuyendo la utilización del producto nacional.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Bolivia importa carne de pescado de Argentina, Chile y Uruguay. Al respecto, Argentina, durante el año 2018, vendió a Bolivia por 12 millones de dólares; Uruguay 682 mil dólares y Chile 229 mil dólares, que hacen un total aproximado de 13 millones de dólares.

Bolivia no solo consume pescado congelado, sino también fileteado congelado, pescado seco, fileteado refrigerado, pescado ahumado y pescado refrigerado.

Según cifras del Instituto Boliviano de Comercio Exterior las compras bolivianas entre los años 2006 y 2018 fueron de 78 mil toneladas, con un costo de 88 millones de dólares. Datos más alarmantes señalan que el año 2018 el consumo nacional de carne marina alcanzó su mayor nivel, pues se importó 13 millones de dólares, por más de 10 mil toneladas.

A esas importaciones de pescado se debe agregar las que se realiza de países de Asia y Europa en enlatados, volumen considerable que llena los mercados y cuyo valor gira alrededor de cinco millones de dólares, según datos extraoficiales.

El crecimiento de la importación de pescado comienza a registrarse el año 2007, cuando se importó 2.168 toneladas de carne marina, por 1.600.000 dólares, cifras que, en ritmo sostenido, 11 años después (2018) subieron a 10.312 toneladas por valor de 2.100.000 dólares.

Junto con otros datos referidos a alimentos, se constata que la seguridad alimentaria del pueblo boliviano en cuanto a carne de pescado, no depende de su producción interna, sino de la producción extranjera, lo cual significa, al mismo tiempo, una dependencia política de tipo colonial.