Se imponía, en la década de los 60, del siglo pasado, el prorroguismo, el desgaste político y la pérdida de credibilidad de un gobierno que había surgido con amplio respaldo popular, en 1952. Y que protagonizó transformaciones trascendentales de la historia Patria. Pero que fue declinando, con el transcurso del tiempo.
Sus líderes más connotados, por motivos diferentes, se desbandaron. Nos referimos al titular de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, al autor de la Tesis de Ayopaya y al propulsor de la Revolución Nacional, entre otros. Todos ellos se alejaron del poder ejecutivo, provocando el debilitamiento del gobierno de entonces.
Y se vino el golpe de Estado de 1964. Con el respaldo, inclusive, de quienes dieron un paso al costado, en el proceso político iniciado en 1952.
Tal es así que, en fecha 16 de diciembre de 1965, a un año más o menos de aquel despropósito político, fue fundado el Frente de la Revolución Boliviana (FRB), bajo la jefatura del presidente de la República en ejercicio, René Barrientos Ortuño. Y estaba como sub jefe nacional, Luis Adolfo Siles Salinas, vicepresidente de la Nación.
El Comité Central de dicho Frente estuvo constituido por el Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), de Ricardo Anaya, Miguel Bonifaz, Álvaro Bedregal, Mario Rodríguez, Germán Vargas Martínez.
Partido Social Demócrata (PSD), de Alberto Crespo Gutiérrez, Rolando Kempff Mercado, Carlos Rodríguez Calvo y Rolando Luzio.
Partido Revolucionario Auténtico (PRA), de Walter Guevara Arze, Jorge Ríos Gamarra, José Luis Jofré Gonzales, Osvaldo Barriga Antelo, Federico Ramírez López, Alberto Salcedo Pizarrozo y Raúl Zabalaga.
Movimiento Popular Cristiano (MPC), de Hugo Bozo Alcócer, Franz Ondarza Linares, Oscar Ortiz Avaroma, Antonio Scholtz, Gastón Pachecho y Yerko Garafulic.
“Dar verdadera significación revolucionaria a las remociones estructurales que se han operado hasta el presente en el país”, era uno de sus objetivos.
Con estas palabras quisieron afirmar que el Frente de la Revolución Boliviana proseguiría profundizando las conquistas socio-políticas obtenidas en 1952. Es que estas eran irreversibles en el tiempo y espacio. Habían sido logradas en duras jornadas de insurrección popular. Por lo tanto había que seguir respaldando las “remociones estructurales” o sea las transformaciones estructurales implementadas por el gobierno anterior. Acá no había ninguna opción para revertir dichas medidas revolucionarias. El solo tocarlas hubiera sido motivo para la caída de los restauradores.
El Frente de la Revolución Boliviana fue instituido a la medida de las pretensiones políticas del oficialismo. Fue el instrumento que manejaron los gobernantes de esos años para seguir usufructuando del Poder.
En suma: desde que nuestros mayores, en 1825, levantaron, con consensos y disensos, esta Patria digna de mejor suerte, hechos de esta naturaleza se constituyeron en la rémora que ha frenado siempre su progreso.
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