En la crisis del sistema político-gubernamental por el que atraviesa el país, cobra especial notoriedad el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y todo el aparato departamental de su dependencia, crisis que no es la única y se refleja en la Policía Boliviana, en la Salud, la administración y en lo social. El TSE es el exponente típico del agotamiento del ciclo político. Inclusive hay corrientes que ven en el actual mecanismo electoral la repetición de anteriores tristemente célebres.
En estos 13 años no se ha podido esperar nada mejor en este campo, desde que todos los vocales del TSE fueron elegidos por los dos tercios oficialistas del Legislativo, aunque, al presente, el organismo electoral parece esmerarse en mostrar su verdadera dimensión comprometida. Se aprecia que en cumplimiento de instrucciones oficialistas, el TSE está acondicionando los mecanismos necesarios en auxilio de la reelección del binomio Morales Ayma-García Linera, empezando por el alejamiento de determinado personal.
Complaciente a criterios del Ejecutivo, empezó por deslindar el carácter vinculante del referéndum del 21 F, desechando expectativas que abrigaba la opinión pública para la colocación de un hito conducente a frenar los afanes reeleccionistas. Utilizando una ley manipulada llevó a cabo elecciones primarias, contradiciendo criterios generalizados sobre la inutilidad de las mismas. Tal es así que las siglas solo presentaron un candidato ante una convocatoria escuálida, que se hizo más patente en la militancia masista.
Ahora el TSE está consumando una suerte de “depuración”, provocando renuncias de personal técnico y especializado o destituyendo directamente a decenas de funcionarios, en medio de un trato impropio a los servidores públicos con evidente transgresión de la legislación laboral vigente. En especial, los jefes de área -de máxima confianza de la plana mayor- no ahorraron calificativos de “neoliberal”, “funcional a la derecha”, “no sirves…”, etc., para inducir a la renuncia, como han denunciado los despedidos. Obviamente, este lenguaje demuestra la naturaleza sectaria del mismo y, a la vez, que es un organismo nutrido por militantes y allegados al MAS.
Entre los alejados de mayor importancia se cuenta el Director del SERECI, dependiente del TSE, la Jefa de Presupuestos, la similar de Auditoría y otros. El vocal Antonio Costas ha lamentado esta situación, mientras hasta el momento no se conoce convocatoria pública alguna para proveer las acefalias, claro indicio de que el vacío será cubierto con militantes oficialistas porque las decisiones las toma un pleno identificado con el Gobierno. Este cuadro de composición hace temer un posible fraude para octubre próximo. Hay opiniones en sentido que la renuncia del actual TSE sería la garantía de una elección algo más trasparente para una sana renovación de los poderes públicos.
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